Minas antipersonales. Ataques con drones artillados. Armas de precisión y alto poder que son de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas. Control de poblados y regiones concretas. Cobro de cuotas vía extorsión a productores y comerciantes. Campos de entrenamiento paramilitar. Asesinato de personas que les lleven la contra. Fabricación ilegal de armas.
Por supuesto que no me refiero a Somalia, Ucrania, o Afganistán. Escribo sobre este México que poco a poco vamos perdiendo ante el crimen organizado.
Resulta increíble que las autoridades federales (principalmente), pero también las estatales y municipales hagan mutis ante el avance de la criminalidad en el país. Y me sorprende que las Fuerzas Armadas del país luzcan pasivas ante las acciones criminales en su contra. Y no es por falta de capacidad.
No hay una declaración de guerra de los grupos criminales, pero no es necesaria. De hecho el EZLN lanzó una declaración de guerra contra el Estado mexicano en 1994, y nunca la ha retirado. Hay en nuestro país un estado de guerra permanente ignorado por el gobierno federal en el caso de los zapatistas, por lo que no es de extrañar que en otros casos se siga la misma estrategia: hacer como que no pasa nada. Patear el balón hacia adelante.
Conozco extranjeros que han decidido no venir a México porque tienen miedo del crimen. Conozco a muchos connacionales que prefieren ya no viajar por carretera para evitar ser víctimas de un asalto en su trayecto. Conozco a personas que instalaron ya sus oficinas en casas y no colocan ningún letrero al exterior con la ilusión de evitar que criminales lleguen a extorsionarlos.
Vienen las campañas y muchos candidatos saldrán a las calles cruzando los dedos para evitar que alguien vaya contra ellos. No sabemos qué pasará en la jornada electoral. Hay temor, pero pocos lo dicen públicamente.
Estamos mal y todos los sabemos. Y no hay mucho qué hacer. Y eso resulta una pena. Viene un año muy difícil y en el cual nadie querrá asumir responsabilidad por los actos violentos que puedan ocurrir. Nada se gana con ser pesimista, pero tampco hay mucha esperanza de pronta mejora.