Una buena prueba de fuego vive en este momento el servicio exterior mexicano ante la guerra que se vive en Israel. Y no se trata únicamente de una condena verbal y por escrito al ataque de Hamás. No. Lo importante será cómo trabajen la Secretaría de Relaciones Exteriores, las fuerzas armadas mexicanas, y todos los involucrados en rescatar a dos mexicanos secuestrados por el grupo terrorista. Además, habrá que revisar a fondo si acaso hay connacionales fallecidos tras los múltiples ataques del grupo terrorista en territorio israelí.
No tengo duda de que la SRE sea capaz de dar buenos resultados. Lo ha hecho de manera constante ante desastres naturales con gran éxito. Conozco a una familia que vivió el horror del tsunami en Indonesia de 2004, y ellos sólo tienen palabras de agradecimiento para los diplomáticos aztecas que les ayudaron a recuperar su vida, que se desvivieron en resolver todos los problemas para su regreso a casa, y que mostraron su calidad humana todo el tiempo.
Pero el tema de la actual guerra en Israel no es simplemente estar a atento a los mexicanos atrapados en el conflicto, y garantizar su regreso a casa. En este caso al haber dos connacionales secuestrados por un grupo terrorista, Relaciones Exteriores deberá mostrar una cara que en décadas no hemos visto, la de rescatar a ciudadanos atrapados por un grupo radical, armado y peligroso.
Para salvar a los nuestros, México deberá trabajar de manera muy estrecha con otros países y organizaciones. Deberá el gobierno federal apoyarse en el gobierno israelí mediante un voto de confianza. Y deberá también estar codo a codo con organizaciones como la Cruz Roja o Media Luna para lograr un acuerdo satisfactorio. Por supuesto que México no abandonará a los suyos, pero deberá ahora sí ser cauto, diplomático, pero enérgico a la vez. Nuestro gobierno no deberá ceder ante exigencias, pero tampoco puede cometer errores.
Lo que tiene en sus manos la SRE es una papa muy caliente. Ojalá nadie, comenzando por el presidente, cometa un error. Que no haya acciones temerarias, ni pasmo ante la situación. Dos mexicanos y sus familia confían en ellos.