Qué difícil y qué fácil escribir sobre los dos José Silva, uno Villaseñor, el otro Villalever; a quien el destino convirtió no sólo en padre e hijo, sino que los unió en un lazo mucho más allá del amor fraternal; y quienes trascendieron este mundo con apenas unas semanas de diferencia.
Difícil porque por más palabras que busque, nunca podré explicar esa relación familiar con los términos exactos. Amor; lealtad; fortaleza; espíritu excepcional, son sólo algunos términos que encuentro. Fácil, porque de ninguna familia podré entender mejor lo importante que es la unidad; el verdadero núcleo familiar; el poder hacer tanto cuando parece que es imposible.
Quienes conocieron a los dos Pepes no necesitan mucha explicación. Para quienes no tuvieron esa fortuna, intentaré decir que un grave accidente que sufrió Pepe hijo desde muy chico parecía haberlo condenado a una vida de postración física; algo que nadie de su familia aceptó, y por lo cual rompieron todas las expectativas para que los Pepes, padre e hijo, junto con la tía Patricia, Toño y Pablo, forjaran una historia épica sin necesidad de fanfarrias o alharaca.
De mi tío postizo Pepe, barbón, alegre, desenfadado cual más, sólo tengo buenos recuerdos. Entre ellos que nos decía gueyes cuando éramos niños y ningún algún adulto nos hablaba así. Nos llevó a todos al campo; a subir Cerro Viejo; a Puerto Vallarta en su Combi; y a Tapalpa cada vez que se podía. Y pintaba cosas bonitas.
Y de Pepe hijo; Pepe Pepone; sólo puedo decir que era un ejemplo, y nunca se lo dijimos. Y claro, nos golpeaba como chivo con ese casco que usó desde niño y hasta adulto; un casco que servía como blanco para el rifle de copitas, o para ver quién lo arrojaba más lejos. Y quien un topo le mordió el dedo. Y quien usó una Vespa por años cuando todos se lo desaconsejamos. Y quien te apretaba a propósito la mano con tremenda fuerza cuando te saludaba. Y que era uno de los Fleys. Y que perseguía chicas. Y se casó. Y se descasó. Y fue a Europa sólo. Y quien nos dejó sobre tela su mundo fantástico.
Se me acaba el espacio y sí, es difícil resumir. Sólo diré que los dos Pepes se fueron y su huella se quedará para siempre. Y ya. Se me salió una lágrima.
Manuel Baeza
Twitter: @baezamanuel