No va a ser fácil. La relación entre gobierno del estado y Universidad de Guadalajara nunca fue del todo buena, pero se deterioró en los dos años más recientes, y los ánimos se crisparon hasta un punto que parecía de quiebre entre las partes.
Hoy la situación ha cambiado. Ya no está Raúl Padilla, y con su partida se destraba la situación, o eso parece. Porque si bien históricamente han existido altas y bajas (muy bajas) entre gobernadores y rectores, la relación entre Enrique Alfaro y Raúl Padilla era cada vez más insostenible.
Pero que quede claro que las cartas de ayer lanzadas por Enrique Alfaro y Ricardo Villanueva no significan que ya se resolvió todo y ya están hechas las paces. Nada de eso. Lo que vemos es apenas una señal de que las partes se pueden sentar a la mesa, y comenzar un diálogo que por momentos podría parecer de sordos. Un conflicto de la naturaleza que han vivido gobierno y universidad no se va a resolver en un día. Y los avances que se logren estarán bajo la sombra de resentimientos y lo que ambas partes consideren agravios.
Hay países que están en tregua desde hace décadas, pero han logrado mantener relaciones formales mediante diplomacia y asesoría externa. Algo así podría ocurrir en el caso local. Qué bueno que se piense en hablar. Ojalá que las intenciones vayan acompañadas de buenas acciones y de mucha paciencia. Pro el primer paso, o los dos primeros pasos, ya están dados.