Los miércoles son días de dominó. Es una vieja costumbre de un grupo de amigos de la preparatoria (les dije que era costumbre vieja), que se vio interrumpida por primera vez este 2020, hasta que alguno de los asiduos descubrió que se puede jugar dominó vía internet gracias a una página especializada en juegos.
Ahora nos juntamos otra vez cada miércoles, con la salvedad de que lo hacemos vía remota gracias a la citada página, y al Zoom que nos permite vernos las caras por un par de horas.
Son cosas de la nueva normalidad. No hay que preocuparse por los toritos, pues cada quien juega en casa y se sirve lo que quiera sin problema. Incluso los amigos que viven en ciudades cercanas y tan distantes como Morelia y Mérida, en la hermana República de Yucatán.
Pero no todo es risas y felicidad. Ya por lo menos uno de mis amigos causó baja de las jugadas porque no es lo mismo virtual que presencial. Ya volverá, dice, cuando las autoridades y la famosa curva indomable lo permitan.
Todos esta explicación tiene un propósito: que realmente no sabemos cuándo podremos regresar a la vida cotidiana que vivíamos antes. Quienes tenemos hijos lo sabemos. Los míos ya comienzan a sufrir los estragos de estar encerrados todos el día, todos los días. Majo, mi hija, realmente sufre. El Zoom, los chats y demás ya no le ilusionan. Le urge ver a sus compañeras y compañeros. Quiere regresar a clases y, aunque no es de mucho salir, ya amenazó con que recorrerá todos los bares y antros de la ciudad cuando se levante la cuarentena.
¿Volveremos a ser los de antes? No estoy tan seguro.
Me urge que se acabe la pandemia, pero por todos lados leo y veo que las amenazas de virus y otras enfermedades llegaron para quedarse por muchos años, lo que me hace suponer que tendremos que construir nuevas formas de vida.
No me desagrada mi dominó virtual, pero es infinitamente superior el de cara a cara, con el chocar de las fichas y las cervezas frías junto a los mismos chistes de siempre que todavía nos hacen reír.
Extraño las carnes asadas, las idas a Chapala, las comidas dominicales con padres y suegros y las escasas pero divertidas idas al cine con mi esposa e hijos.
¿Qué es lo que más extrañan ustedes?
twitter: @baezamanuel
