La sede para albergar a los representantes de 166 países —que suponen el 90 por ciento de la humanidad —asistentes a la Conferencia sobre el cambio climático fue París, Francia. Ésta se llevó a cabo del 30 de noviembre al 11 de diciembre. Desde luego, se trata de uno de los esfuerzos más representativos del trabajo de la ONU en este 2015, que está por terminar.
Ban Ki Moon, secretario general de las Naciones Unidas, afirma en su discurso que: el cambio climático no tiene pasaporte; las emisiones en cualquier lugar contribuyen al problema en todas partes. Como tantas veces se ha afirmado, el calentamiento global, en modo alguno, respeta las fronteras y en consecuencia ningún país puede pretender que es capaz o le será posible encarar en solitario el problema y el desafío.
La abrumadora evidencia científica que revela los graves peligros en que se encuentra el planeta, es decir, nuestra casa común, exige tomar decisiones que en el corto y largo plazo cambiarán el estilo de vida al que hoy estamos acostumbrados, basado en una economía de consumo de bienes perecederos sin freno que deliberadamente se fabrican para no durar, conduciendo a la humanidad a ser una inmensa y manipulada sociedad de consumo, generadora de cantidades incuantificables de basura y desechos, muchas veces tóxicos, contaminantes de las aguas y las tierras que necesitamos para vivir.
En este drama de inconciencia y sustentabilidad, la peor parte en todo el planeta la sufren los más pobres, ellos son los que contaminan menos y, sin embargo, pagan con el precio de sus vidas y de su salud el abuso y el exceso de comodidad y consumo al que todos contribuimos en alguna medida.
El cambio climático, al imponer sus condiciones de atención urgente a la humanidad de nuestro tiempo, es decir, a cada uno de nosotros, en realidad nos está ofreciendo la oportunidad de cambiar de actitud y contribuir con mejores prácticas sociales al bien común, de manera que juntos, sociedades y gobiernos, avancemos consistentemente para erradicar la pobreza, limpiar el agua de ríos y océanos y con ello respetar la vida y mejorar la salud pública, generando nuevos y mejores empleos y promoviendo desarrollos tecnológicos no contaminantes.
El 2015 está por terminar y, al reflexionar sobre lo vivido, bien podemos rectificar en nuestras acciones cotidianas y a partir de ahora ser cuidadosos de la casa común.