El primero de octubre se celebra el día internacional de las personas de edad, una población que va en crecimiento, poco valorada, casi olvidada no solo por los familiares sino también por el gobierno en no crear nuevas políticas y programas que puedan beneficiar a las personas de la tercera edad, las cuales puedan estar activas, tener un envejecimiento digno, amoroso y saludable.
Desde el año 1991 la ONU ha promovido esta celebración cuyo objetivo es promover políticas y programas públicos centrados en las personas de la tercera edad, para que éstas permanezcan mucho más tiempo activas dentro de la sociedad.
El hecho de llegar a la tercera edad no significa que las personas sean incapaces o pierdan sus derechos, sino todo lo contrario es urgente y necesario redoblar esfuerzos para asegurar el goce y disfrute de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas mayores, con el objetivo de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad en condiciones de igualdad, conforme lo establece la Convención Americana sobre la Promoción y Protección de los derechos de las personas mayores, vigente desde enero de 2017.
Esta Convención es el primer y único tratado internacional que reconoce los derechos de las personas mayores de manera amplia e integral, que fomenta una actitud positiva hacia la vejez y un trato digno y respetuoso como personas con plenos derechos. Asimismo, establece las obligaciones específicas de los Estados, con un carácter exigible y justiciable.
Los desafíos a los que hay que afrontar para apoyar a las personas de la tercera edad; están, los programas o políticas deben ser integrales; en el caso de México no basta con apoyarlos solo con una pensión económica de manera bimestral, sino con políticas públicas que atiendan las necesidades especiales de las personas mayores; como programas de acceso a la salud, espacios de recreo, cultura, vivienda y acceso a servicios, equidad digital, implementados desde el paradigma de la vejez.
Es sumamente importante tomar en cuenta la erradicación de la violencia, especialmente la violencia de género; violencia intrafamiliar, el abandono, así como el acceso a la salud y seguridad social, que garanticen a las personas mayores vivir una vida digna, plena y participativa.
La persona, a medida que envejece, quiere y debe seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, libre de cualquier forma de discriminación, con salud, seguridad, integración.
La vejez no es excusa o impedimento para negar la participación de las personas mayores en las esferas económica, social, cultural y política de la sociedad, ni para dejar de reconocer sus valiosas contribuciones.