Ya pasó hace varios años, cuando se podían observar en otros países, en otras ciudades a muchas personas como se contagiaban del mortal virus del covid-19.
Recuerdo que en México se decía que este virus difícilmente llegaría a hacer graves daños a la salud de los mexicanos.
Pero cuando atacó a la población en México, miles de ciudadanos empezaron a contagiarse, por lo que saturaron hospitales y los decesos estuvieron al por mayor.
Y es que muchos pensaban que todo era un invento, que no pasaba nada y que coronavirus se le podía combatir con remedios caseros, por lo que los tutoriales en las plataformas con recetas para evitar la contaminación, aparecían por todos lados.
No había miedo en muchos mexicanos, salían a las calles sin protección y regresaban a sus hogares, contagiando a las personas mayores, vulnerables y que se encontraban enfermas, por lo que de inmediato el covid-19 las atacó y les provocó sus decesos.
Ahora, se empiezan a registrar más casos de contagios y ya en Saltillo, la Diócesis pidió que al interior de los templos la gente asista con cubre bocas, principalmente las personas que tengan alguna enfermedad respiratoria y así proteger a los adultos mayores.
Todavía se recuerdan aquellos años en que la gente tenía que lavar los alimentos que llevaba a casa, desinfectarlos con gel antibacterial quitarse los zapatos, así como la ropa para meterse de inmediato a bañarse cuando ingresaban a sus hogares.
Era curioso, ya que nunca se respetó al 100 por ciento el uso del tapa bocas, ya que había comercios, grandes y pequeños, a los que se tenía que asistir para realizar las compras para la casa, pero también muchos restaurantes nunca dieron su brazo a torcer y con diferentes medidas sanitarias, siguieron teniendo comensales, quienes sin importar el virus, ingerían sus alimentos con singular alegría, ya que era más el deseo de salir del encierro, sin importar el virus.
La historia puede repetirse, ya hay contagios por aquí, por allá, mientras que las autoridades han hecho oídos sordos y pareciera que están ciegas.
Lo mejor es el cubre bocas, para evitar lamentarse después.