Mientras que Jorge Zermeño Infante, alcalde de Torreón comenta que no hay que espantarse por el incremento a la tarifa del transporte público, los ciudadanos ven el posible aumento no como un susto, un temor, un miedo, lo ven como una realidad que afectará sus bolsillos.
Además, de lo que se espantan es de las pésimas unidades que tiene el pulpo camionero, de algunos choferes que son muy mal hablados, prepotentes y quienes traen sus autobuses con bocinas como si fueran antros.
Con esa tranquilidad que lo caracteriza, el alcalde dijo que hay que ver este incremento como algo natural, ya que las cosas suben y los transportistas no están exentos, además, rechazó que el municipio pueda entregarles a los concesionarios algún subsidio.
Desde el mes de noviembre pasado, se pidió por parte de la gente dueña del transporte urbano de Torreón, un incremento de cuatro pesos en pago en efectivo y en tarjeta prepago, además dos pesos en tarifa preferencial, ya que están operando con pérdidas.
Parece que entre el alcalde y los transportistas todo es miel sobre hojuelas, que muy pronto llegarán a un acuerdo y al final el incremento, por lo que ellos estarán contentos, mientras que los ciudadanos, molestos.
Todavía se recuerdan las declaraciones del representante de los concesionarios, Roberto Serna Aguilera, quien dijo que ellos no eran una beneficencia pública y que de no autorizarse el incremento, se verían obligados a realizar paros técnicos, como una amenaza a la primera autoridad del municipio.
Hay muchas voces que le piden al alcalde que piense bien las cosas, que considera la situación de los usuarios y que no incremente la tarifa. Que piense que si no fuera negocio el transporte urbano con la actual tarifa, ya hubieran parado desde cuando, ya que nadie puede trabajar para perder.
La otra parte es la que viven los ciudadanos, quienes califican al transporte urbano en La Laguna como muy pésimo, malas unidades, fallas físicas y mecánicas, por lo que no aceptan un aumento a sus tarifas. Y todavía faltan los taxistas.