Pasado el domingo llegaron los reacomodos, el choque de triunfos, los nuevos coqueteos y las promesas de fidelidad. Pero hay tareas pendientes, en riesgo de ser olvidadas de nuevo.
Una de ellas es detener la violencia. Este período electoral nos volvió a pescar desprevenidos: 80 homicidios relacionados con violencia electoral, incluidos 35 aspirantes y candidatos asesinados en 15 estados del país. Además de secuestros, lesiones e incontables amenazas.
Es cierto que hay zonas particularmente violentas. Veracruz lo ha sido y Guanajuato lo fue esta vez. Pero si no queremos tapar el sol con un dedo, tenemos que reconocer que se trata de un asunto nacional y que la tarea que falta corresponde a todos. Los hechos violentos relacionados con elecciones se extienden cada vez más por el territorio. Este año electoral, además de Veracruz y Guanajuato, los asesinatos de aspirantes y candidatos, casi todos a puestos municipales y diputados locales, se dieron en Morelos, Jalisco, Chihuahua, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Sonora, Quintana Roo, Tamaulipas, San Luis Potosí, Nuevo León, Baja California y Querétaro.
¿En qué consiste la tarea pendiente? En acciones que logren frenar y disminuir efectivamente esta violencia. De entrada, romper el silencio. Los partidos políticos y las instituciones electorales, el INE y todos sus Oples, las fiscalías y los Tribunales Electorales han permanecido callados ante algo amenaza realmente el sistema electoral. Que salgan juntos, una vez pasada la elección y con todas sus diferencias puestas en segundo lugar, a gritar un hasta aquí en defensa de la democracia.
Segundo: exigir, partidos, instituciones y ciudadanos, una investigación completa de cada asesinato y cada situación de violencia relacionados con elecciones. Publicar los resultados y, como en una cuenta regresiva, poner énfasis una y otra vez en las situaciones aún no resueltas. Hasta ahora, las explicaciones de la gran mayoría de los casos provienen de generalidades y especulaciones.
Tercero. No se puede hablar de derecho al voto ahí donde hubo asesinatos vinculados a elecciones. Es importante elaborar de un plan especial para restaurar la democracia en cada uno de los municipios y distritos donde ésta fue violentada. Que a nadie le funcione matar un candidato. El plan debe incluir investigaciones de funcionarios y cuerpos policiacos para detectar infiltración por parte de grupos violentos y de delincuencia organizada.
Cuarto, acuerdos entre partidos e instituciones para evitar la violencia en el siguiente período electoral. Pueden incluir la anulación de la elección ordinaria ahí donde haya asesinatos para retomarla después, de manera extraordinaria, con vigilancia especial.
Esto, o muchas otras cosas. Hay que insistir: lo que no puede ser es que nos quedemos impávidos como si esto fuera normal. La violencia va carcomiendo distintos ámbitos de la dinámica social y ahora empieza a devorar el sistema electoral. Lo que no puede ser es que durante otros tres años no hagamos nada y que en 2024 volvamos a atestiguar atónitos lo mismo, solo que en lugares nuevos y en número creciente. Lo que no puede ser que la realidad nos vuelva a alcanzar y golpear con fuerza cada vez mayor. _
Luis Petersen Farah