Política

Topo Chico, infierno grande

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Se niega a morir. Empezó la búsqueda de restos humanos en el nunca tan conocido y nunca tan desconocido penal del Topo Chico, puesto en operación cerca de Monterrey en 1943 y cerrado, ya en plena zona metropolitana, hace unos días.

Conocido porque desde la ventana de la cocina, los habitantes de edificios cercanos pueden ver los patios y algunas partes del edificio principal en forma de estrella, un panóptico de dos niveles, típico ejemplo de esa arquitectura de la vigilancia que, al menos aquí, nunca funcionó. También pudieron ver de lejos los movimientos diarios... y las mantas y las columnas de humo que tantas veces fueron el signo del conflicto.

Conocido porque, cada vez que esto pasaba, el nombre del penal del Topo Chico recorría el país acompañado de fotos lejanas, de noticias de choques entre cárteles o de cifras de bajas entre los internos, a veces llevándose con ellos a los celadores.

Conocido por su historial de motines cada vez que el estado intentaba recuperar algún control o cada vez que había un movimiento de líderes que acababan controlando mucho más que la cárcel misma: el más violento de los conflictos cobró la vida de 49 internos en febrero de 2016, al inicio de la actual administración estatal.

Conocido por el secuestro y asesinato, en marzo de 1980, de su director, Alfonso Domene, y por el secuestro de otros miembros del personal de dirección a manos de internos del penal que al paso de los días también resultaron muertos.

Conocido por ser catedral de la corrupción, del autogobierno y la falta de control en sucesivos momentos de su larga historia. O se cierra o se compone, concluyó la Comisión Estatal de Derechos Humanos en 2016.

Y nunca tan desconocido... lo que realmente pasaba en el interior es una incógnita tras 76 años de opacidad.

El penal del Topo Chico es hoy sospechoso de albergar restos humanos en el interior de los drenajes o en el subsuelo de sus 10 hectáreas, debajo de sus enormes superficies de tierra o de sus planchas de cemento a todas luces parchadas por aparentes reparaciones.

El jueves se canceló el proyecto de visitas ciudadanas que había prometido el gobierno estatal, para dar prioridad a la investigación. Se establecieron protocolos y se inició formalmente esta histórica (aunque no es la primera) búsqueda de restos humanos en una cárcel mexicana.

El grupo que dirige la dolorosa tarea recorrió primero la biblioteca y el comedor. Constató la necesidad de desinfectar y preparar la zona: entre otras cosas, olía fuertemente a gas. Y ayer en la mañana entraron ya los primeros ocho equipos de búsqueda de cuerpos con antigüedad menor a dos años, auxiliados por perros. Después seguirán los grupos con tecnología.

No se puede descartar la posibilidad de encontrarlos. Gobierno federal, gobierno estatal, Congreso, Comisión de Derechos Humanos, colectivos de apoyo para encontrar a los desaparecidos, todos han expresado su intención de participar y documentar el proceso. También llegó la Comisión Nacional de Búsqueda, con especialistas en historia y en antropología forense: el penal pudo haber sido cementerio en la guerra sucia.

A fin de cuentas testigo de la historia del país entero, el Topo Chico puede resultar otra vez un infierno grande. 


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Luis Petersen Farah
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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