Solamente Pumas, León y Atlas, han sido bicampeones en torneos cortos. Esto significa que repetir el título es muy complicado. En otras palabras: difícilmente, por estadística, el América logrará revalidar el título. Esta es una tendencia que favorece al Cruz Azul y afecta, para mal, al América. Las tendencias suelen cumplirse en el futbol mexicano. Si nos vamos al plano futbolístico, el América del presente no es mejor que el América del pasado torneo; se puede palpar en todos los sectores del campo. El pasado torneo el América se veía invencible, se percibía implacable y todo eso se revalidó en la final ante Tigres, donde en el Azteca, Tigres terminó sucumbiendo de manera lastimosa. El resultado fue un contexto donde el América estructuró un campeonato incontestable. A partir de ese día, el América dejó en claro que estaba de vuelta, y con un estilo y modelo propio.
Para este torneo, no se percibe esa misma esencia del América; sí es un equipo fuerte, poderoso, pero su embalaje no se nota con la misma mística del pasado torneo, no se nota con el mismo dominio abrumador del pasado torneo, donde los rivales se veían demasiado inferiores y terminaban sucumbiendo sin oponer casi resistencia. Pero su liderato también es una estadística compleja, porque terminar líder y ser campeón es otra hazaña muy complicada (misma que el América mismo logró el pasado torneo). Es decir… difícilmente se es bicampeón y más difícil es lograrlo siendo líder general en las dos ocasiones. Por estadística, el América difícilmente será campeón. Siempre quedará, por supuesto, el Estadio Azteca, pero esta vez la localía será relativa, pues estará dividida la afición para la vuelta en el azteca.
Y Cruz Azul se ve y se percibe muy compacto, muy ordenado, poco espectacular, pero dominando un sistema que, por cierto, para nada es llamativo, pero sí efectivo. Cruz Azul ya ha pasado antes por la incómoda circunstancia de ser un equipo espectacular y que, al final, acabó decepcionando. Eso le ha pasado un sinfín de ocasiones
Pero Cruz Azul esta vez no tiene etiqueta de favorito y no tiene nada que perder, porque enfrenta a un líder obligado y con el compromiso interno de ser bicampeón. Es una de esas finales añoradas, por la audiencia, por el morbo, por la rivalidad y por el orgullo.
