Vayamos en retrospectiva. Cuando Guillermo Almada llegó al club, se instauró un aura de incertidumbre, pues llegaba un supuesto “Guardiola uruguayo”.
No sería sencillo dejar huella en el club, pues no hacía mucho se venía de un brillante campeonato con Siboldi, Furch, Djaniny, Izquierdoz y compañía.
Pero Almada vino con su barita mágica (su trabajo, profesionalismo y gran capacidad) para inyectarle al Santos un genoma distinto.
A partir de ahí, el Santos privilegió la posesión de la pelota, la presión alta y el afán por proponer en cualquier campo.
Con Almada se ganó un modelo, un sistema innegociable. Además, Guillermo Almada hizo algo que no tiene precio: revaloró la cantera, la apreció, le dio la dimensión que merecía (esto urgía) y encumbró a varios jóvenes que hoy son una maravillosa realidad.
Se llegó a una final contra un Cruz Azul urgido de campeonato y ese día, en el Estadio Azteca, se notó que la consigna fue: Cruz Azul debe de ser campeón, sí o sí.
No necesito explicar la falla arbitral de ese día (por no decir robo), donde aquel gol de Cruz Azul no debió subir al marcador.
Pero bueno, ese día el Santos demostró que con canteranos y un modelo de juego atrevido y honesto, se podían hacer grandísimas cosas por el futbol. Ese día el Santos perdió la final, pero ganó respeto y admiración.
Después Almada se fue a buscar nuevos retos y se lo merecía, un mejor sueldo.
Llegó a Pachuca y al poco tiempo fue campeón, un maravilloso campeón, abanderado en su estilo y modelo, ese que también imprimió en Santos.
Lo que siguió para el Santos fue una catástrofe, pues llegó Caixinha (campeón con el Santos en 2015).
Pero el Pedro que llegó ya no era el Pedro que se fue. Impuso un sistema que solamente él entendía, porque ni los jugadores lo terminaron por entender y, lo sé bien, ni la directiva.
Lo peor fue que los jugadores ni siquiera eran capaces de ejecutar lo que Pedro quería. Es más, a veces pienso que ni el mismo Caixinha entendía su “sistema”.
Pedro se acabó yendo y entró al quite Fentanes: fresco, con ganas, con mucha visión.
Lo más destacado fue que juntó los pedazos que Caixinha dejó regados y los volvió a unir para que el Santos fuera otro; renovado en cuerpo, mente, alma y futbol. Fentanes lo rescató.
Y el Santos volvió a la vida. Volvió a agradar a su afición y los buenos resultados regresaron.
Tras Fentanes, llegó otro Fentanes… el de este torneo, al que la afición no reconoce y pide su salida.
¿Dónde quedó el otro Fentanes?