Clave resultó el segundo tiempo del partido de ida de los cuartos de final en el TSM ante Tigres.
En esos segundos 45 minutos, el Santos le regaló la pelota a Tigres y vino una bestialidad de gol de Gignac. Si el francés no anota ese gol, la historia habría sido otra.
En ese segundo tiempo, Almada optó por meter a Hugo Rodríguez y armar una línea de 3 centrales (Dória por izquierda, Félix por derecha y Rodríguez en el centro); mala maniobra, pues el hecho de tener un central más no significa que te defenderás mejor.
Lo menciono porque en el primer tiempo, de ese mismo partido de ida, el Santos podría haber arrasado a Tigres y no lo hizo.
El caso es que el marcado de ida terminó 2 a 1 favor Santos y el de vuelta, en Monterrey, se definió por un gol: el de Salcedo que le dio la victoria y el pase a Tigres.
Un gol, una única jugada que el gran despliegue defensivo del Santos no logró contener.
Me queda la sensación de que el Santos pudo y debió atacar un poco más en Monterrey. Sí, su juego defensivo y de manejo del partido estaba siendo excelente, hasta que vino el gol.
Tigres se había quedado sin medio campo y sin capitán, por la lesión de Pizarro.
Ahí Almada no supo aprovechar. Era un escenario idóneo para el ingreso de Jordan Carrillo e integrar la dupla Campos-Carrillo. Ni hablar.
El Santos “cumplió”, pues en el balance general de la temporada quedará una final y unos cuartos de final o, dicho de otra manera, un subcampeonato y un quinto lugar.
Empresarialmente es un logro importante. Y gastando muy, pero muy poco dinero.
Pero Almada se va. Se va un señor en toda la extensión de la palabra. Deja un legado importante: un modelo de juego y un sello característico en Santos que todos reconocen y admiran en México.
Entrenadores y periodistas reconocen que la presión alta del Santos es única y que sale siempre a defender su estilo sin importarle el rival.
Y, sobre todo, que Almada ha sacado oro y diamantes de la cantera: Acevedo, Campos, Ronaldo Prieto, Jordan Carrillo, Aguirre, entre otros.
Además, la consolidación de un Cervantes monumental en la contención que había sido desechado por Chivas.
Y todo gastando una mínima cantidad de dinero. Almada siempre supo trabajar con lo que tenía a la mano y nunca exigió un alto presupuesto ni refuerzos.
Almada llegó siendo un desconocido y se va siendo un entrenador aclamado por su estilo.
No logró ser campeón, pero será recordado como un campeón.
Que le vaya muy bien, señor Guillermo Almada. Gracias por todo.