Al Santos se le notó orden en los primeros 45 minutos; el equipo no había mostrado absolutamente ni asomo de eso en todo el torneo.
Los de Ambriz se pudieron notar con más ímpetu, más compromiso y más hambre que en partidos anteriores.
Digamos que… ya no querían a Repetto… o más bien, ya no los convencía su discurso ni les transmitía nada con sus palabras y su estrategia.
Pero al final, con Ambriz, el resultado acabó siendo el mismo: una derrota más, con goleada incluida (como casi siempre).
Pero hemos podido ver y escuchar a Ambriz en diversas entrevistas y, por lo menos, se nota más coherente, más sincero y más realista que todos los anteriores.
Lo grave, dentro de la primera mitad, es que en las 2 llegadas que Pumas tuvo, terminaron en gol. Y sí, con garrafales errores incluidos. Así es: el talón de Aquiles sigue intacto (en cuanto al desorden).
Una de las principales tareas de Ambriz, es lograr convencer a sus futbolistas de que pueden mejorar, de que no son tan “malos” como parecen (porque no lo son).
Alguna vez, varios de estos futbolistas, llegaron a tener un gran nivel con el Santos.
Entonces ese genoma sigue ahí, no ha desaparecido, solamente es cuestión de que la mente vuelva a conectar con el cuerpo, y que de ese binomio se desprenda el buen accionar de estos futbolistas.
Ante Pumas volvieron a presentarse los dos déficits que ha venido acarreando el equipo: desorden defensivo y desorden ofensivo.
Sin Harold Preciado parece que los goles se han esfumado para el Santos.
Lo bueno es que Nacho vio lo que tenía qué ver.
Lo bueno es que pudimos ver algo de que él pretende sobre el campo. Pero falta mucho recorrido para que el equipo vea reflejado en el campo la idea de su nuevo entrenador.
En el segundo tiempo, el Santos se desordenó por querer atacar.
Digamos que unas por otras: o trataba de defender y medio lo hacía bien, o trataba de atacar como pudiera pero desordenándose atrás. Pasó lo segundo y el equipo hizo corto circuito.
Lo poco bueno que se había hecho en la primera parte se esfumó en la segunda y el destino manifiesto se volvió a presentar para desgracia del Santos y de su ya muy lastimada afición.
Los jugadores se terminaron desesperando y terminamos viendo, otra vez, al Santos de Repetto.
Lo positivo, dentro de lo malo, es que Ambriz pudo ver todas las carencias, en directo y en acción.
Pudo percatarse de que este equipo, como lo dije en mi artículo anterior, es el reto más importante de su carrera.
