Necesaria era una segunda columna sobre la rica historia del Santos en sus 40 años de existencia.
En mi anterior artículo hice un ejercicio de memoria para recordar aquellos momentos inolvidables que han cimentado y construido la historia del club, con aquellos sucesos configurados y englobados con todas las emociones que el ser humano pueda sentir y experimentar.
En mi artículo anterior plasmé flashazos, bombardeos a la mente y al corazón del santista. Porque el Santos ha sido, es y será, un grande del futbol mexicano.
El Santos es todos aquellos momentos inolvidables, para bien y para mal. Uno piensa en el Santos y piensa en Borgetti y el Pony, en Oswaldo Sánchez, en Vuoso, en Oribe Peralta.
El Santo es, para empezar: el gol de Borgetti en la final del Invierno 1996, a centro de Nicolás Ramírez, para logran el gol más icónico de la historia del club; un cabezazo magnífico.
El Santos es, también, esa jugada (en esa misma final) de paredes entre Gabriel Caballero y Wagner de Souza. El Santos es muchísimas imágenes que van y vienen.
Es también aquel robo monumental en la Copa Libertadores ante River Plate, en Buenos Aires. Uno de los momentos más dolorosos para el santista. Aquella vez acuchillaron al Santos de manera cobarde.
El Santos es personajes inolvidables: es el sub comandante Marcos, encapuchado y dirigiendo a sus pupilos. Es los añorados Muchachos de Zapopan.
Es los lonches del Payo; cómo olvidar aquellos lonches de adobada tan magistrales. Cómo olvidar a ese personaje que con sólo verlo te dibujaba una sonrisa.
El Santos es, también, muchos periodistas y programas de radio y televisión.
El Santos es, guste o no, Futbol al Día. ¿Cómo no pensar en el Santos sin pensar en Juan Gómez Junco y su inigualable estilo y escuela periodística? El Santos es, también, Rafael Rosell.
El Santos sigue siendo esos miles de niños que, mientras ruede un balón, seguirán viendo a los futbolistas como ídolos.
Aún queda mucho camino y mucha historia por construir.
Explicar al Santos no es sencillo, pero vale la pena intentarlo. Cada generación ha podido vivir éxitos y campeonatos.
Esperemos que la séptima no tarde mucho en llegar. Una vez más: felicidades por 40 años de maravillosos momentos.
