En la pantalla: “La narcosatánica/ Los protagonistas cuentan su versión del tiroteo más insólito de México y de los sucesos pavorosos tras la detención de la banda. Sara revive sus miedos”.
Ah, de los libros inconfesables que se aferran al tiempo y al librero; uno de ellos me sirve ahora para decir: ese documental de HBO ya lo leí; más aún, puedo espoilearlo con un solo momento. Está en Los narcosatánicos (Selector, 1991) de Jim Schutze.
“La policía tenía rodeado el departamento donde estaba el grupo criminal Los narcosatánicos: el líder Adolfo Constanzo, Sara Aldrete, Martín Quintana y Álvaro de León Valdés, El Dubi. Cuando el fin era inminente y arreciaban las balas de la policía, Constanzo contempla al Dubi y luego se le queda viendo a Martín Quintana, su amante. Avanza hacia donde está Martín hecho un ovillo en el suelo, lo levanta del piso y lo lleva hacia un pequeño clóset.
“Constanzo le dice al Dubi que debe levantar el arma para matarlo a él primero y luego a su amante Martín. El Dubi se rehúsa. Constanzo le suplica primero, luego levanta la mano y le da dos bofetadas. ‘Te irá muy mal en el infierno si no obedeces’. El Dubi aún duda en hacerlo, paralizado por el miedo hacia el hombre que se lo ha ordenado. De súbito, de donde está refugiada, aparece Sara y con grandes aspavientos le grita al Dubi : ‘¡Hazlo! ¡Hazlo!’ El Dubi levanta el arma, apunta primero al centro del rostro de Constanzo y luego al rostro de Martín. Aprieta el gatillo y los llena a ambos de plomo. Chorros de sangre negra salen despedidos de sus rostros, cuellos y pecho, hacia el rostro y el pecho del Dubi. El Dubi suelta el dedo del gatillo, Constanzo y Martín caen como fardos al piso del clóset, unidos profundamente en su abrazo sangriento”.
Los narcosatánicos está cerca de un librero especial. Me sueño, absurdo, preguntándome si lo ocurrido con Adolfo Constanzo y secuaces debía ir en la Historia universal de la infamia de Borges, o en el Libro del Cielo y del Infierno de Borges y Bioy.