Política

T-MEC: ¿La apuesta de México para retomar su liderazgo regional?

  • Columna de Luis López Linaldi
  • T-MEC: ¿La apuesta de México para retomar su liderazgo regional?
  • Luis López Linaldi

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El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) brindó a México un profundo aprendizaje en materia de integración regional. Nuestra inminente proximidad con Estados Unidos fungió como una carta que el país ha jugado de forma peculiar en las casi tres décadas de apertura económica con nuestro vecino del norte. No en vano México fue el primer socio comercial de Estados Unidos (aunque la diferencia con Canadá es mínima) a inicios de este año.

En la misma línea, el nuevo tratado tripartita norteamericano denominado oficialmente en México como el “Tratado entre los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de América y Canadá" (T-MEC), tiene su nacimiento en una región productiva con un PIB conjunto de aproximadamente 26 billones de dólares anuales, y lo acompañan dos factores valiosos para nuestro país: la especialización de la mano de obra (en industrias como la automotriz o aeroespacial), y las cadenas de valor dignas de formar una potencia exportadora competitiva.

Sin embargo, el contexto actual representa un reto significativo para los flujos comerciales globales -principalmente por la realidad post pandemia- pero también por la guerra comercial entre China y Estados Unidos, así como por ciertas tendencias proteccionistas regionales. Ejemplo de ello es que, en abril del presente año, México registró un déficit comercial de 3 mil 87 millones de dólares (mdd), saldo que se contrapone con el superávit de mil 510 mdd obtenido en el mismo mes, pero de 2019.

Como líder del multilateralismo y de la apertura económica, México debe capitalizar las enseñanzas obtenidas, y continuar abogando por la modernización de las cadenas de producción regional. En ese sentido, un tratado comercial como el T-MEC representa una buena noticia sólo si logra convertirse en una herramienta potenciadora de la economía, y si trae consigo una integración regional más acentuada que aquella ofrecida por el TLCAN.

La pregunta que probablemente a muchos nos aqueja es: ¿cómo alcanzar dicho objetivo? Una de las respuestas versa en trabajar de cerca con cada elemento de las cadenas de valor. Se debe ver al T-MEC como la oportunidad para robustecer dichas cadenas a través de técnicas de innovación y transferencia de conocimiento -no solo para cumplir con la complejidad de las nuevas reglas de origen- sino para atraer más y mejor inversión. En otras palabras, una modernización del TLCAN puede también significar una modernización de las empresas mexicanas.

No obstante, nuestro país debe generar las condiciones necesarias para que el T-MEC arranque en terreno seguro. Para contribuir al crecimiento del país, México debe invertir en la protección institucional del tratado y adoptar políticas económicas congruentes para ofrecer nichos de oportunidad, tanto a inversores mexicanos como a inversores extranjeros. Los arquitectos de nuestra economía deben aprovechar la permanencia de capítulos trascendentales en el Tratado como el catorceavo -protección recíproca de inversiones- con el objetivo de generar certidumbre.

Para que estos flujos de inversión prosperen, es necesario contar con políticas públicas claras y alineadas entre los tres países, un claro respeto al marco regulatorio, así como un sólido Estado de derecho. Aunado a esto, es importante extender incentivos fiscales, incrementar las facilidades aduaneras y aprovechar regímenes aduaneros existentes como el Recinto Fiscalizado Estratégico, para que plantas manufactureras se beneficien tanto del trato arancelario preferencial del T-MEC como de mejoras en su cadena de suministro. Esto no solo crearía una diversificación económica con un flujo eficiente en comercio exterior, también optimizaría costos y aumentaría la productividad con el objetivo de generar un círculo comercial virtuoso.

Asimismo, los cambios en políticas públicas tienen que apostar por nutrir el capital humano especializado y desarrollo tecnológico para aumentar la infraestructura pública; trabajar con gobiernos estatales para fortalecer el estado de derecho, el combate a la corrupción y la seguridad; y apoyar la inclusión de pymes en las cadenas de valor a través de incentivos como de programas de capacitación enfocados al fortalecimiento de sus capacidades comerciales (dado que generan cerca del 85% de empleos en el país). Además, el país debe cumplir con las buenas prácticas regulatorias que ofrece el T-MEC para que se trabaje a favor de las empresas mexicanas y sus trabajadores, con una generación de empleos sostenible.

Es necesario recalcar que los efectos positivos del T-MEC no serán tangibles inmediatamente. Se debe transformar la política industrial nacional, misma que ayudará al país a aumentar su competitividad para participar activamente en el mercado norteamericano. Y esto definitivamente no ocurrirá en el corto plazo. El T-MEC no será la vacuna que nos protegerá de la compleja situación económica, pero sí una bocanada de oxígeno si es que se implementa de forma correcta.
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*Socio de SOLCARGO Abogados

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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