De ninguna manera. Todos los torreonenses -sin distingo de clase social- minamos, en mayor o menor grado, ese Estado de Derecho
Y en poco o nada, contribuímos a su fortalecimiento.
¿Cuáles son tres diferencias entre el universo supuestamente “civilizado y el bárbaro”?
La capacidad del “civilizado”, para corromperse y salir impune por su condición económica y poder político.
La actitud de las autoridades para aplicar la ley -en el mejor de los casos- con los integrantes del “civilizado”; mientras con los del “bárbaro” imponen el control y la represión policial, sin preguntar.
Y, finalmente, la percepción de las clases medias y altas -incluidos medios de comunicación- que refuerzan esa falsa dicotomía: “ellos son ‘los bárbaros’.
Nosotros somos ‘los civilizados’”.
Preguntémonos: ¿podemos quejarnos de la violencia producida por la ausencia de Estado de Derecho en un país tan desigual como el nuestro? ¿Tendremos los arrestos para asegurar que un sector de la población es “civilizado” y otro es “bárbaro”?
¿Cómo explicar, entonces, las distintas maneras que tiene el Crimen Organizado para mimetizarse y ser aceptado por las clases medias y altas?
¿Cuándo, el lavado de dinero y el ser prestanombres de negocios ilícitos que los fusionan, dejaron de ser un deporte extremo?
O, en un sentido cultural, ¿cómo entender las maneras como jóvenes de esos estratos sociales abrazan la música de banda o los corridos tumbados -que enaltecen la cultura del narcotráfico, propia de jóvenes de sectores populares- y la hacen suya en Quince años, bodas y antros de moda?
México y Torreón: ¿semi civilizados o semi bárbaros? Usted tiene la última palabra, apreciado lector.
Nota: El autor es Director General del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.