De 2007 a 2012 Torreón fue la 5ª ciudad más violenta del orbe. Este escribidor, como muchos, la vivió en carne propia.
Recuerdo: una mañana, entre jugo de naranja, chilaquiles y huevos rancheros, aparecí pecho tierra con mi querido Germán Froto en el restaurante de El Cuate. Mientras un convoy de sicarios, a balazo abierto, perseguía una camioneta de contrarios por el Boulevard Constitución.
Entre crisis de histeria y de llanto a mi alrededor, aparecí de nuevo, pecho tierra, en el partido Santos-Morelia; mientras los futbolistas corrían para ocultarse y miles de aficionados saltaban a la cancha entre detonaciones de granadas y armas de alto calibre en el exterior del TSM.
Un día mi familia y yo nos refugiamos en una tienda de ropa del Mol Galerías por un enfrentamiento que ocurría afuera del Centro Comercial.
Semanas antes, en el periférico Raúl López Sánchez, un sicario que huía de la policía, a mentadas de madre y pistola en mano detuvo a mi prima y a mis 2 sobrinas, una de 9 años y otra de 8 meses acostada en su porta-bebé, para despojarlas de su camioneta y huir.
Imposible olvidarlo: Secuestraron a mi sobrino 2 veces. Le quitaron a punta de pistola una camioneta a mi sobrina en el estacionamiento de un supermercado. Y a un primo, de la misma manera, lo despojaron de su camioneta en el puente de El Campesino.
Propuse al Consejo Cívico de las Instituciones-Laguna un proyecto para recuperar Torreón desde una perspectiva ciudadana, pero no hubo un empresario, por justificadas razones, que abanderara el proyecto. Imposible culparlos, el miedo y la desesperanza nos asfixiaba a todos por igual.
¿Cuántas veces no escuché, de 2007 a 2012, desde el sigilo de la noche, balaceras, persecuciones y sirenas; mientras mi atemorizada mente buscaba algún santo dispuesto a acoger mi pecadora alma?
Por eso, cuando escucho decir en Torreón que la seguridad de 2013 a la fecha está peor que antes, me interrogo: ¿habré enloquecido o es una señal del Cosmos para volverme monje Budista? Sigo estancado en la canija duda, todavía.