“¿Una plaga o una necesidad?”
Existe una dicotomía entre el derecho al trabajo informal que tiene la gente humilde y el aprovechamiento ilegítimo de las centrales obreras al cobrar “derecho de piso”.
La venta en la calle existe en los lugares más desarrollados del mundo y está bien documentado que ahí el gobierno les da la funcionalidad adecuada para que no generen congestión vial y fealdad urbana.
He visto carritos que venden comida en París, Berlín, Madrid, Frankfurt, EU y en otros países, y he observado lo siguiente: el gobierno les da espacios adecuados y les exige la presentación estética y limpia de sus productos; además los apoya y los coloca en el régimen de salud pública y el libre mercado, con supervisión, para evitar abusos de ellos para con los clientes y de los traficantes de los espacios, que también existen en esos lares. El resultado es que funcionan bien y no molestan.
En nuestro país algunas ciudades han logrado controlar lo anterior, pero en el área metropolitana de Monterrey hay un caos y un aprovechamiento ilegítimo e inmoral del derecho al trabajo de mucha gente, que solo tiene esa oportunidad de vender productos o comidas, a quienes se les debe exigir que cumplan los requisitos del comercio y salud pública. Pero el problema es que no tienen espacios adecuados ni reglamentación precisa, y ahí es donde empieza el desastre que vemos actualmente.
Creo que hay que aceptar la realidad de su necesidad, organizándolos y colocándolos en lugares específicos, salvaguardando el derecho al trabajo y conciliando intereses con la estética y vialidad, así como la salud pública. Lo anterior es posible con la inteligencia de nuestros funcionarios, a quienes les pido: Por favor, úsenla.
DESCARTES: “Pienso, luego existo”... Sensibilidad social e inteligencia resuelven el problema.