Es dolorosa para todos.
A mí, quizá por la edad, me causó un gran impacto la muerte de seres inocentes, policías que en camionetas convencionales enfrentaron a diez camionetas blindadas, que a base de nuevo armamento, los destrozaron.
Algunos muertos; otro, por la escopeta, sin un brazo, y el otro, sin una pierna; además, una mujer envuelta en esta tragedia. Y resulta que nadie se alarmó por este acontecimiento. Como que ya nos estamos acostumbrando a la tesis de no balazos, sino abrazos, sin darnos cuenta de que estos personajes de Fuerza Civil tienen familia, hijos, hermanos, que sufrieron, estoy seguro, estas muertes, que probablemente son una respuesta al gobernador.
El gobernador, con todo su entusiasmo y además buena capacidad de trabajo, dijo que los malitos no iban a entrar aquí y que Nuevo León estaba preparado, inmune para ese tipo de tropelías sangrientas, injustas y que dejan ver un mal programa de seguridad en nuestro país y en nuestro estado. Porque este último no es más que el reflejo de lo que sucede en la Ciudad de México donde, con frialdad, el Ejecutivo señaló que como no se habían preocupado antes por los jesuitas y por los muertos, y que era el neoliberalismo el responsable de estas tragedias. ¡Qué paradoja!, ¡qué insensibilidad!, ¡qué injusticia!
Yo, que tengo muchos años de vivir aquí, sentí un dolor inmenso por estos miembros de Fuerza Civil que, cumpliendo su deber, murieron en aras de lo incomprensible, porque quién puede entender la narco-organización con diez camionetas blindadas, ante una pobre estructura manejada en el estado con mucha frivolidad.
Es decir, tal parece que ya a nadie le importa, ni le interesa, ni se asusta por lo que está pasando en estos lares y resulta que se ha perdido la sensibilidad social y la fuerza inherente a la justicia; porque no es algo que sea parte del fenómeno de gobernar, que es proteger a sus ciudadanos, y más aún a aquellos que cuidan la seguridad, como lo es este excelente cuerpo policial, Fuerza Civil.
Qué doloroso que se haya perdido toda sensibilidad y que el Presidente siga insistiendo en que son unos iguales que los otros, cuando la crueldad, la perversidad y la malignidad no pueden ser iguales que el trabajo y la bondad, que caracteriza a los de Fuerza Civil y a los elementos que trabajan para la policía.
Hace mucho tiempo alguien me dijo que haber excluido a Adrián de la Garza fue una tontería, porque este personaje tiene todos los conocimientos de inteligencia y de tecnología para poder lograr neutralizar estos hechos que, si son jesuitas o seres humanos comunes, son trágicos, dramáticos y dolorosos para todos los que conservamos algo de sensibilidad.
Ya vendrán las respuestas de las autoridades y de Aldo Fasci, con sus frases célebres, pero la verdad es que actualmente se están velando en las funerarias muertos inocentes y tenemos personas que perdieron sus miembros en defensa de la autoridad. Pero se nos olvida que ya no hay autoridad; solo hay filosofía campirana absurda, que marca la pauta de Fuerza Civil.
Descartes: pienso, luego existo… Yo todavía tengo sensibilidad y lloré por las muertes de gente buena que tiene familia, y que seguramente está sufriendo la injusticia y la ilegalidad.
Luis Eugenio Todd