No para grupos políticos.
Yo fui diputado federal y en aquella época el PRI era mayoría. Pero recuerdo que todos los temas se discutían a nivel de comisiones y luego en la Asamblea, y se cabildeaba, se hablaba con la oposición, que ya existía y se trataba la ley con esmero, aunque dentro de una “dictadura perfecta”, según dijo Vargas Llosa.
Pero no recuerdo legislaturas y yo he estado atento en que se hayan aprobado tantas leyes en dos días, tanto por los diputados como por los senadores. Allí la ley perdió su esencia de ser un instrumento para el bien común y se encamina a ser un instrumento exclusivo para Morena.
Todo lo anterior nunca sucedía en el PRI; lo que pasaba era lo de los tapados y las candidaturas presidenciales, pero nunca sucedió en las Cámaras, y ni en la época de Álvaro Obregón se daban masivas aprobaciones sin leer, sin discutir, sin Parlamentos Abiertos, que se habían prometido, como el tumulto de leyes que se autorizaron esta semana, con la prisa, seguramente, de quitar instituciones que puedan estorbarle a Morena y no pensando en el bien común.
Valga como ejemplo la desaparición del Insabi, que también fue aprobada a toda velocidad y que resultó ser responsable de pacientes que no han sido atendidos y que no ha habido la medicina adecuada, sobre todo para los niños. Y a eso incluimos la legislación tan estricta que hubo durante el covid, donde el Ejército manejaba las vacunas. Y ahora no tenemos vacuna bivalente como en otros países, ni tampoco antivirales. Eso fue un fracaso y se confirmó y reconoció por los diputados que lo desaparecieron.
Igual sucede con muchas de las leyes que erradicaron instituciones, incluyendo aquellas que son muy importantes para el país como la del Conacyt; la de los manejos electorales, los procedimientos energéticos, etcétera. Yo creo que fueron más de 15 cambios legislativos que ahora van a producir una reacción y entonces va a haber un conflicto entre el Congreso y la Suprema Corte de Justicia.
Y en este país no necesitamos conflictos; lo que necesitamos es unidad para lograr terminar con la pobreza que ha aumentado cuatro millones durante los últimos tres años y para colocarnos en el corredor de la modernidad que caracteriza a los países desarrollados, cuidando nuestra cultura, nuestra identidad, nuestra historia, que es muy valiosa. El número que somos, más de 130 millones, merece especial atención y libertad de expresión.
No podemos estar atentos a leyes que no sirven al bien común, pues solo son procedimientos para fortalecer a Morena y continuar con la tesis de la 4T. Y si no, veamos a la gente que más queremos ayudar, que son los pobres de solemnidad, que han aumentado, pues esto no se logra con dádivas, sino con trabajo, lo que no ha estado a la velocidad de la tecnología y la inteligencia artificial que caracterizan al mundo moderno.
Yo veo en el futuro, si seguimos así, una pesadumbre social que, tarde o temprano, va a causar conflictos serios que van a lastimar la imagen del país, que era muy buena, así como a nuestra identidad cultural, a la economía y a nuestra seguridad. Nuestro pueblo es muy paciente, pero, como decía Reyes Heroles, no hay que despertar al México bronco, porque para qué queremos conflictos entre hermanos.
Descartes: Pienso, luego existo… La ley es para el bien común, no para el bien personal, ni tampoco para grupos sociopolíticos participativos. Eso es elemental.