Un alma de la cultura vuela al cielo.
En esta ciudad, que es ejemplo de desarrollo industrial y por fenómeno natural, ha tenido un boom cultural en los últimos años, que se inició con Raúl Rangel Frías, se aceleró con el Foro Universal de las Culturas y ahora está pletórico de ejemplos de artistas, promotores culturales, actividades universales y se escarbó en el rincón del arte nuestro, que está en la plataforma de la belleza, que el fenómeno plástico representa.
Dentro de este boom se distinguió un alma generosa, siempre dispuesta a fraguar nuevos universos del arte, donde quiera que éste se produjera. Ese fue Guillermo Sepúlveda, que pudo haber sido un gran financiero y su generosidad interna prefirió aplicarla al desarrollo cultural, con sus galerías y su participación en múltiples actividades dentro de este mundo, que equilibra el pragmatismo y el monetarismo ilustrado que caracterizan a la sociedad actual.
Así, el mundo industrializado del que gozábamos, goza ya de la balanza de un arte nuestro y del respeto a la plástica y a todas las actividades que fomentan el espíritu del hombre.
Yo, que lo conocí muy bien a través de mi esposa, pude siempre palpar en Guillermo Sepúlveda algo distinto, único y vital, donde los tiempos no tenían distancias para hablar, defender, exponer y enseñar la belleza del arte y su impregnación necesaria en el espíritu de nuestra sociedad y del reconocimiento a lo bello, como alto nivel jerárquico.
Nuestro personaje fue sin duda un ejemplo de creatividad, habiendo sido el pionero de las galerías en una ciudad industrializada. En su principio colaboró como consultor y asesor en diferentes instituciones brindando siempre, sin retribución, su conocimiento del tema cultural. Es decir, apoyó a instituciones como la Pinacoteca de Nuevo Léon, las galerías que le siguieron, Conarte y múltiples lugares. Su historia es corta para las necesidades que tenemos y larga en todo lo bien que produjo en este maravilloso mundo del espíritu cultural. Lo vamos a extrañar.
Descartes: Pienso, luego existo… Se nos fue un alma noble que deja huella imborrable y espero que desde el éter de lo desconocido, su obra siga vigente y nunca se olvide a ese personaje que cambió su propio destino.