Él conocía y defendió los transgénicos.
Alfonso Romo era un lazo entre la verdad y la ocurrencia, y ganó esta última. Doy como ejemplo que el tema de los transgénicos, en que Romo es experto, por su negocio de semillas, ha sufrido la satanización de AMLO. Nosotros en la UANL, en los congresos de biotecnología, dedicamos un día completo a estudiar ese tema.
Participaron investigadores de países con experiencia agrícola como Israel, Estados Unidos y Francia, y la empresa Monsanto. Y después de discusiones presididas por el asesor alimentario de la ONU, profesor Albert Sasson, se concluyó que no hay evidencia de que la transgenicidad cause daño. Sin embargo, AMLO está en contra, sin darse cuenta de que estamos importando maíz transgénico y que el glifosato es el único elemento que protege a los cultivos, y por eso cayó la producción del algodón y otros cultivos.
Romo, en su oficina, hacía el análisis científico y proponía soluciones. Por eso, quienes creemos en el conocimiento, estamos tristes, pues él era nuestro dique de contención a las ocurrencias de buena fe.
Descartes: Pienso, luego existo… Se apagó una luz de bondad, se nos fue Joel Sampayo. Estamos tristes.