Tal vez porque ciertamente los humanos hemos desarrollado más la inteligencia que el resto de los animales, (con algunas frecuentes y vergonzosas excepciones), es que seamos la única especie que ha aprendido a medir el paso del tiempo, seguramente porque conscientes y temerosos de nuestra irremediable finitud, tratamos de ganarle la carrera a ese “tiempo”, que no es otra cosa sino un referente del lapso de vida entre que nacemos y morimos.
Así también en función del tiempo, hemos inventado toda clase de “conmemoraciones”, palabra que significa: “poner en la mente” la imagen de algo o de alguien merecedor de ser recordado y celebrado, o diría yo, “cerebrado”, por usar un lambdacismo del castellano antiguo.
En lo personal, pocas de las muchas conmemoraciones que practicamos merecen el honor de ser “cerebradas”, es decir; traídas a la mente, razonadas, comprendidas y valoradas, por lo que no suelo expresar felicitaciones gratuitas, aunque reconozco que en algunos casos como el que aquí me ocupa, la celebración del llamado “Día de la madre”, está a mi parecer más que justificado, pues sin menoscabo de otras figuras antropológicas, el rol de la madre ha sido siempre un factor determinante en la estabilidad y desarrollo de una comunidad, no en balde, desde tiempos prehistóricos en todas las culturas se ha deificado y reconocido su importancia.
Dicha deificación en el caso de la religión judeo cristiana, vino acompañada de una sentencia fisiológica: “Parirás con dolor”, (o frase similar), que hace del solo hecho de ser madre, un acto de sacrificio y heroísmo del que poco o nada sabemos los hombres.
Enfrentar un parto implica siempre para la mujer una incertidumbre por más que la ciencia haya avanzado en sus recursos antiálgicos, esto conlleva un sufrimiento donde el dolor físico y emocional adquiere para ella un significado distinto, está asustada pero también asume el momento como un reto, “si otras han podido…”.
Nada lo define mejor que la frase de una joven madre después de un parto difícil: “¡Nunca había sentido tanto dolor, pero nunca había sentido tanto amor!”.