La semana pasada me tocó ser víctima, por cuarta ocasión en menos de un año, de un ataque cibernético a mi tarjeta de crédito.
A pesar de lo mucho que las instituciones financieras publicitan que sus plataformas son muy seguras y nos invitan constantemente a incrementar el uso de operaciones a través de medios electrónicos, la realidad es que en México el crecimiento de estos ataques ha sido exponencial en los últimos tres años pasando, de 3 millones de ataques en 2018, a más de 15 millones al cierre de 2021.
Los costos de estos eventos (que difícilmente se dan a conocer en cifras reales) son multimillonarios.
Según la firma especializada Kaspersky, en 2021 estos ataques se incrementaron más de un 24% con relación al 2020, y las cifras son alucinantes: en México estiman 299 ataques por minuto.
El crecimiento del uso del comercio electrónico derivado de la pandemia tiene mucho que ver; hoy pasamos muchas más horas en home office o recluidos por enfermedad, sujetos a que nos lleven los alimentos comprados vía electrónica y con el uso de tarjetas de crédito o débito.
El problema es que la inversión en herramientas poderosas de prevención que puedan disminuir los riesgos es muy baja comparada con la inversión en otros países, de ahí que México, al igual que varios países latinoamericanos, sean tierra fértil para la comisión de este delito. A nivel global, la firma de antivirus McAfee estima que, al cierre de 2021, el costo de estos ciberataques supera 1 trillón de dólares (equivalente al 1% del PIB Mundial); estas son cifras astronómicas.
Lo irónico es que los avances con los que se cuenta hoy en herramientas de Inteligencia Artificial ya en operación, deberían permitirnos incrementar la seguridad a niveles altísimos, haciendo inviable (al dejar de ser rentable) el que se sigan cometiendo estos ataques.
El incentivo existe, porque es extremadamente productivo el llevar a cabo los hackeos y robos de información, desde los datos personales hasta sofisticados secretos industriales y militares.
Y no existe aún una cultura arraigada de contratar expertos en ciberseguridad que generen protecciones alrededor de nuestros sistemas.
La dependencia de las Tecnologías de la Información cada día va a ser mayor. Y no estamos preparados. _