En los días pasados los medios y plataformas sociales tomaron revuelo entorno al caso de un hombre que fue grabado mientras agredió verbalmente a una conductora. Pronto la cobertura mediática escaló de la indignación hasta la divulgación de datos personales y antecedentes médicos de él. Si bien esto puede parecer una explicación al comportamiento, deriva en una narrativa estigmatizante alimentada por el morbo y la peligrosidad antes que caer sobre la importancia de la atención a la salud mental.
Los titulares, como suele ocurrir, priorizaron una lectura reduccionista: se describió al hombre como “agresivo”, “errático” y “violento”, sin matices ni perspectiva clínica. En alguno se leyó el diagnóstico de “psicosis” sin sustentarlo con fuentes clínicas ni con la debida autorización; fue presentado como una etiqueta justificatoria de sus actos, más que como una herramienta para comprender lo que ocurrió y abrir el debate hacia la responsabilidad social e institucional frente a la salud mental.
Presentar a las personas que viven con una condición de su salud mental, cual sea, como “incontrolables”, “peligrosas” o “potencialmente criminales” refuerza prejuicios arraigados que dificultan la atención adecuada y la integración social. También alimenta el miedo social y obstaculiza la búsqueda de tratamiento psicológico y/o psiquiátrico para quienes así lo necesitan.
Ante ello, resulta urgente repensar la forma en que informamos y hablamos sobre salud mental en el espacio público. Para empezar, hay que diferenciar entre la persona y su condición de salud; así como tener claro que un diagnóstico médico sólo puede ser brindado por profesionales especialistas.
Desde un enfoque psicosocial, también es necesario señalar que un brote psicótico es una situación de alta vulnerabilidad tanto para quien lo atraviesa como para su entorno. Requiere atención especializada, estrategias de protección, ajustes razonables y, sobre todo, prevención.
Por sobre todo hay que recordar que la salud, incluida la salud mental, es un asunto colectivo.