Corría el año de 1998, cuando leí un fabuloso ensayo de Vivian Forrester, famosa socióloga francesa escribió un magnifico ensayo que lleva por título: El horror económico.En dicha obra y con profunda visión profética, la autora vaticinó el trágico momento de los tiempos que corren.
El deterioro y la destrucción del planeta, como consecuencia de la sobreexplotación del mismo, en aras del enriquecimiento de los más poderosos. El empobrecimiento de las masas a costa de un desmesurado enriquecimiento de los poderosos.El desvanecimiento del sueño del empleo permanente que habría de seguir todo “pequeño burgués…un empleo seguro”.
Lo mismo destacarían Lipovetsky y Jean Serroy, en su libro: El occidente globalizado. Desde ahora en adelante, los jóvenes vivirán mirando las pantallas de sus ordenadores y con su móvil a un lado, esperando a que les busquen y les llamen para cubrir una vacante por tres meses, o para “aventarse una liebre” por un día. Y el sueño del empresario emprendedor, es eso un sueño y no algo más.
¿Cuántos de esos nuevos emprendedores realmente triunfarán? Si acaso un puñado de ellos.En el caso de los intelectuales, a excepción hecha de los centros e institutos de investigación y de las universidades públicas, las universidades e institutos tecnológicos privados, operan como grandes corporaciones y empresas globales.
En este tipo de instituciones, los grados académicos y el desempeño profesional del sujeto son irrelevantes, ahí lo que cuenta son las relaciones---colusiones y alianzas de poder.
En mi caso, la vorágine del “horror económico”, me tomó por sorpresa de un de repente y temprano.No obstante, he sido afortunada pues soy una sobreviviente y pertenezco a la última generación de posibles pensionados…sí digo posibles, porque la amenaza de la desaparición del sistema de pensiones late con fuerza.