Denuncio con vehemencia la injusticia y lanzo un grito llena de rabia frente a los atropellos.
Denuncio la miseria en la que se ha visto sumergido nuestro pueblo.
Denuncio la experiencia de esta sociedad que ha dejado a la juventud sin esperanza y sin futuro.
Y denuncio a los que matan lentamente a toda una sociedad en aras de enriquecerse.
Denuncio a aquellos que se sienten poderosos y por tanto con el poder de aplastar a los demás.
Denuncio a quien destruye nuestro hábitat, a quien ahora nos vende hasta el agua que nos bebemos, a quien tala los montes sin escrúpulos, a quien ha dejado a los indígenas, con una tierra erosionada. A quien se ha manchado las manos con la sangre de miles de mujeres inocentes quienes han sido asesinadas una a una y ya son miles.
Denuncio al pederasta, al político corrupto, al usurero. Denuncio a quien desprecia a los demás, por su color de piel, su condición económica o su posición social.
Denuncio al patrón que inmisericordemente despide a los trabajadores sin siquiera pensar un poco en alguna alternativa para poder reubicarlos.
Denuncio al que maldice y amedrenta a los demás. Denuncio al que ha abandonado a los ancianos, al que no ha sido capaz de ser complaciente y empático con el que sufre.
Denuncio…denuncio…denuncio y así lo haré hasta el día de mi muerte.
Y mientras tanto pues que Dios me libre de ser incongruente.
Pero tú siempre acuérdate de aquel poema que alguien escribió para ti y pensando en ti, pensando en ti, como ahora lo hago yo.