Si alguien murmura en tu oído ¡vive! ¿Qué sensación o momento evocarías? Un amanecer en el malecón, donde el mar golpea, brinca y su espuma de cerveza se desvanece; un atardecer en el Chairel cuando el fuego del horizonte cae como llamarada; o un abrazo silencioso de tu madre y, al ritmo de los corazones, tam, tam, tam, nace una canción de amor.
Patrick Deville, escritor francés contemporáneo, nos hechiza con su novela Viva, y nos lanza a vivir con efervescencia, es el México de los años veinte, treinta y termina en el 2014 aquí en nuestro puerto.
Hay libros que buscas, sin saber nada del autor, sólo que habla de los personajes que admiras, encuentros inesperados como si entras en El Corte Inglés en Madrid y a lado tuyo está Mario Vargas Llosa; le dices “lo vimos en Tampico” y él te contesta “hace tanto tiempo”. ‹Viva› tiene en su portada una fotografía de la llegada de León Trotski a México, desembarcan del petrolero noruego Ruth aquí en puerto jaibo, él viste con una gorra de golf y lo acompaña su esposa Natalia y Frida Kahlo viene a recibirlo.
En la novela van a coincidir personajes de la literatura, de la política, del arte en un territorio mexicano, que será su almácigo para el muestrario de ideales, de pasiones, de celos, el teatro del diario vivir, comedia y tragedia, amor y muerte.
El primer capítulo se llama En Tampico, desde ahí vas a pasear por el tiempo, por el mundo de la mano del escritor, Deville, viene a conocer el territorio, a caminar las plazas que John Huston eligió para su película, El Tesoro de la Sierra Madre, el francés quiere mirar, regresar a una época, para crear en palabras su visión del mundo.
Como escritor tiene obsesiones lectoras, quiere sentir el pulso de Bajo el Volcán de Malcom Lowry en el hotel francés en Oaxaca; también va a Cuernavaca, a Monterrey, a Guadalajara a impregnarse de los caminos que antes recorrieron los personajes que persigue y los presenta entre la ficción y la realidad.
Y termina dónde comienza, aquí en el Puerto, con el Subcomandante Marcos, sus amigos Martín Solares, Augusto Cruz, que le sugiere un platillo de jaiba en El Porvenir; y aparece Marco Antonio Flores, el cronista, que lo espera en el casco viejo de la ciudad. Un libro para celebrar, lleva a Tampico como antaño, a navegar por muchos países. Carpe diem.