¿Existe un asombro en la herrumbre del tiempo? Los viejos edificios del puerto, a unos pasos de la zona centro, han vivido en el deterioro, enmohecidos, raíces como árboles en sus techos, vacíos conservan belleza, según los ojos que los miran. Podemos imaginar una historia de cada viga desnuda. Aferrados a no morir vemos balcones, herrerías, puertas y persianas tan deterioradas como la justicia.
Rafael Cauduro, como gran artista, usaría esa escenografía, los elementos que la integran y los llevaría hasta sus lienzos. Sus cuadros van más allá del marco, entras en los muros dimensionales, de ladrillo que no lo son, en el metal sin serlo. El óxido de una placa de hierro, lo quieres tocar, para constatar si es realidad o pintura. Te envuelve en su composición y el sobresalto plas plas, de los rostros es el tuyo, cuerpos sensuales, la muerte, la religión, la discriminación, la violencia expuesta desafiando el establishment.
Crea Ilusiones ópticas, sobre lo desgastado: “El deterioro no lo veo como algo negativo, lo veo como una continuación, un símbolo de vida, la evidencia de que las cosas están ocurriendo”. Cauduro es un artista de nuestro tiempo, utiliza materiales y técnica (matérica) para crear una narrativa visual, que te incluye, irrumpe tu espacio para entrar en pasillos, escalinatas, sillones, máquinas. Ves los mosaicos del metro de París, los de talavera, un anuncio pop, cortinas con flores, lo que su mente mira, toca y transgrede.
El muralismo está cumpliendo 100 años, desde que Vasconcelos entregó a los jóvenes los espacios novohispanos para desplegar su arte, Rafael Cauduro celebra 50 años en la plástica, su nombre ya aparece en este movimiento.
El mural “Un clamor por la justicia. Siete crímenes mayores” que se encuentra en la Suprema Corte de Justicia, es la gran revelación de su potencial creativo. En esa casa, en sus paredes frente a los ministros: ojos, manos, sangre, expedientes perdidos, tortura, granaderos, una reflexión cruda para mover las conciencias, una antítesis para pensar. Obras tan lejanas y cercanas en nuestro andar cotidiano. Mientras… en nuestro puerto siguen las raíces en las construcciones art decó, el calor, las cheves y los días. Carpe diem. _
