En mayo del 2019, a sus 2 años, Milagros fue víctima de feminicidio en Matamoros, Coahuila
En un mural hecho por una joven, en memoria a la bebé, se lee:
“Que los ojos de las mujeres asesinadas los sigan a todas partes y el llanto de sus madres no los dejen dormir”, frase que resuena, pues, a la fecha, sus familiares siguen exigiendo justicia ante falta de avances.
Hoy, piden apoyo a la población para asistir el 15 de abril a las 9:30 AM en juzgados penales de Torreón, donde se iniciará el juicio.
Vemos cómo, ante el panorama desolador, familias han tomado su dolor e indignación para encontrar alternativas que las acerquen al acceso a la justicia: algunas, pidiendo asesoría y acompañamiento a grupos feministas de la región; otras, como las valientes “Madres Poderosas”, formando su colectivo para mujeres en riesgo y madres de víctimas de feminicidio.
Pese a nuestro mandato patriarcal de competir entre nosotras, las mujeres siempre nos hemos acompañado:
la amiga que siempre está dispuesta a escucharnos, la vecina que nos “echó una mano” cuando uno de nuestros hijos se enfermó.
Mientras los hombres, y ejecutores de la violencia, hacen pactos patriarcales para mantener su abuso de poder, nosotras cada vez pactamos más para acuerparnos:
mujeres dispuestas a transitar historias de dolor en historias de resistencia y transformación.
Lorena Cabnal expresa que el acuerpamiento provee energía política para resistir y actuar, pero también revitalización, soporte emocional y nuevas fuerzas para recuperar la alegría sin perder la indignación.
Pone a la colectividad como un poder transformador, una enseñanza de que la búsqueda de la justicia es una responsabilidad colectiva.
En el acuerpar se escuchan nuestras voces, de las que ya no están y de las que vendrán.
El acuerpamiento se vuelve sumamente necesario como estrategia de incidencia política y social para enviar un mensaje contundente: ¡Estamos juntas y queremos justicia!
¡Justicia para Carolina, justicia para Genoveva, justicia para Milagros!
