Cultura

Brozo

  • Malos modos
  • Brozo
  • Julio Patán

Todavía en los años 90 era difícil hacer una televisión realmente transgresora, crítica. Lo era en el terreno del humor, normalmente etiquetado como blanco, una manera esquiva de decir que no es humor, y por supuesto en el de lo noticioso: no habían muerto bien muertos los reflejos censores del priismo. Víctor Trujillo lo consiguió en ambos terrenos. Primero, en el de la comedia, con una serie de personajes corrosivos, adictivos, capaces de incrustarse sin remedio en la memoria de todos: Margarito, el de “¡Lástima…!”, citado por el presidente, o la Beba Galván. Luego, en el noticioso, al lograr que uno de esos personajes, el payaso Brozo, protagonizara un noticiero absolutamente heterodoxo. Y todo cambió. De pronto, descubrimos que entre albures y ropa incluso más chamagosa que raída, era posible decir verdades descarnadas, sin matices, contra los poderes políticos. Que el respeto, en ese contexto, no es una virtud.

En cambio, hay que tener unas cuantas virtudes para provocar semejante cambio. Actor teatral, de doblaje y de televisión: hombre, pues, ilustrado, complejo, Víctor entendió que desde siempre, en el teatro clásico pero también en la cultura popular más nuestra, la de la carpa por ejemplo, el humor es capaz de vencer la censura al tiempo que engancha instantáneamente a los espectadores. Por eso Brozo no pierde vigencia: porque es una respuesta cultural poderosa a la tenebra política: a la corruptela, sea de EPN, Montiel o Bejarano; al autoritarismo; a la farsa mediática como la de las mañaneras.

El periodismo, como la comedia, puede o no posicionarse contra el poder. Lo que no pueden hacer es aplaudirle: volverse propaganda. Por recordárnoslo con motivo de las mañaneras es que a Brozo se le fueron encima los bots de Morena y los llamados youtubers de izquierda, y por eso es que el recordatorio le cayó como una patada al comisariado político de moneros. Como con el PAN, como con el PRI, sospecho que le seguirá teniendo sin cuidado. Es una suerte para todos.

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Hablando de aplaudirle al poder, se estrena en el Once John y Sabina. Parece que la apuesta es ver a John Ackerman comiendo tacos al pastor, con saco rosa, y a Sabina Berman. Tiembla, Graham Norton.

@juliopatan09

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