La lucha por el poder no solamente se da en las urnas, pues ahora se da en los partidos políticos, es el caso del Partido Revolucionario Institucional, el cual tiene una pugna interna que protagoniza el actual presidente de ese partido, Alejandro Moreno “Alito” contra los miembros históricos, quienes lo acusan de que mediante triquiñuelas y asambleas ilegales intenta legitimar modificaciones estatutarias que le aseguren lealtades y apoyos tales que le permitan seguir en el puesto e incluso continuar al menos hasta el 2032, porque parece que Alito quiere ser candidato presidencial en 2030.
Las críticas de sus correligionarios, fundamentalmente de aquellos de mayor raigambre política, lo responsabilizan de las derrotas del PRI durante los últimos 5 años. Él manifiesta ser inocente, pues asegura que quienes generaron la peor imagen del PRI en la historia son precisamente sus anteriores dirigentes.
Además señala que la elección del 2 de junio de este año fue una elección donde no hubo normalidad democrática, donde todo el gobierno y todos los servidores públicos estuvieron metidos y dice que, mientras, todos esos cínicos que hoy lo detractan se callaron y no dijeron nada “yo me quedé aquí a enfrentar al gobierno con categoría, con carácter y determinación”, argumenta.
Dice que no hay ni habrá ninguna pugna ni se expulsará a nadie del PRI, pero luego aclaró que cada militante debe tener un comportamiento cuidadoso, porque quienes atenten contra la unidad contra el partido tienen sanciones en los estatutos.
Por lo pronto un grupo de militantes, incluidos ex presidentes de éste partido, amenazaron con llevar el asunto ante tribunales porque según ellos la asamblea que realizó Alito no cumplió con el régimen estatutario preexistente.
Algunos manifiestan que la muerte acecha al PRI derivado de sus derrotas electorales y de las tropelías de sus dirigentes actuales. Alito parece ser que, contra todo pronóstico, se prepara para ser candidato presidencial en 2030, aunque existen obstáculos que debe subsanar: si Morena logra la mayoría calificada en ambas cámaras, pues hasta ahí llego. De nada le va servir, por una parte, el fuero como senador si se lo llegan a quitar; y si se pone en marcha la reforma judicial, su pacto con Norma Piña de nada le serviría. Así que la batalla continúa.
