Desde su firma en el sexenio salinista, el TLC fue duramente criticado como un tratado asimétrico que nos subordinaba al modelo neoliberal y a la globalización, calificada también como la fábrica mundial, modelo que se podría definir como un simple choque de productividades, la del subdesarrollo contra la de los países desarrollados. Incluso le cambiaron el nombre por el de competitividad, que incluía factores políticos como la gobernabilidad.
El índice de competitividad global es publicado por el Foro Económico Mundial. Se dice que evalúa la capacidad de los países de proveer altos niveles de prosperidad a sus ciudadanos, pero más bien evalúa la capacidad de un gobierno para disciplinar a su población, para cubrir el pago de la deuda.
La única manera que tenía México de competir en la globalización en su momento era bajar los salarios de los trabajadores, es decir, aumentar el grado de explotación y reducirles o quitarles el grado de bienestar, ya disminuyéndolo directamente o ya mediante el uso de la informalidad.
No contentos los del norte con el anterior tratado, se volvió a renegociar en 2018 por los presidentes Donald Trump y Peña nieto, para aumentarle el filo y cambiarle el nombre. Ahora se llama T-MEC.
La representante comercial Katherine Tai, asegura que Estados Unidos solicitó consultas de resolución de disputas con México, bajo el acuerdo comercial firmado en 2020. Las consultas se relacionan con algunas medidas tomadas por México que dañan a empresas estadunidenses en favor de la CFE y Pemex, derivado de que el presidente Andrés Manuel López Obrador envió modificaciones constitucionales y legales que revierten la política energética de la administración anterior, excluyendo a empresas privadas de participar en el sector energético.
Canadá también apoya a Estados Unidos en estas conductas depredadoras, pues estos cambios propuestos por el poder Ejecutivo son para evitar el monopolio privado encubierto que permite a las compañías extranjeras fijar los precios de la electricidad, aparejándolo al más elevado, pero parece que esta señora pretende asustarnos con el petate del muerto.
Que Estados Unidos ha expresado repetidamente sus preocupaciones derivadas de que los cambios que propone el presidente de México violan los compromisos contraídos en el T-MEC, pues “las empresas norteamericanas sufren de un trato discriminatorio e injusto”. La señora Tai parece desconocer que México es un país que puede aprobar sus leyes en ejercicio de su soberanía.
Julio Cesar Vega