Negocios

La comida; ¿gasto, inversión o lujo?...

Habrá momentos en nuestra vida cuando parezca que todo gira alrededor de la comida ¿no lo cree? Bueno, hagamos una pequeña revisión muy sencilla de nuestro comportamiento: por las mañanas, uno de los primeros pensamientos que se tiene es tomar una taza de café y como solemos decir los mexicanos; “sin café no funciono o necesito café para despertar”, esto es debido a que en 86 por ciento de los hogares mexicanos se consume café; tomamos entre una a tres tazas al día para estar “activos”, esto se traduce en que el mexicano gasta tan solo en la bebida del café aproximadamente 137 dólares al año (Fuente: KantarWorldPanel).

Siguiendo con el análisis, después de una buena taza de café llega el momento de comenzar nuestras actividades productivas, ya sean profesionales o del hogar, claro, a media mañana viene el primer momento de consumo porque nos da hambre. El término “snacking” se entiende como “los alimentos que consumimos entre comidas” y solo ese acto para el consumidor mexicano le significa invertir 30 por ciento de su salario en botana saladas, lo que significa que gasta tres de cada 10 pesos que gana en snacks salados (según la empresa de investigación de mercado KantarWorldPanel), para tener esos momentos placenteros y calmar la bestia salvaje del hambre que habita en nuestro estómago.

Y así continuamos nuestro día, con un solo pensamiento en nuestra cabeza; ¿qué vamos a comer? Aquí es donde ponemos el mayor énfasis en nuestros esfuerzos, la trascendencia de los alimentos en nuestra vida es tan grande y de tal impacto en todos los aspectos que psicológicamente los alimentos nos brindan un sentido de seguridad, sí de seguridad.

Abrir nuestra alacena o refrigerador y caer en cuenta que está lleno de alimentos nos da una sensación de calma y paz; sin embargo, ¿qué ocurre cuando hay un resultado contrario? Surgen situaciones desagradables o indeseables para cualquiera; la duda, angustia, desesperación y una serie de actos de impacto social importantes para nuestro mundo; por ello, este acto de alimentarse es la primera actividad en nuestras vidas y además en nuestra economía.

Según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al corte de enero de 2023, para costear los alimentos básicos en zonas rurales de México se necesitan mil 644 pesos a la semana por familia; en las zonas urbanas el monto sube dos 144 pesos, sin incluir alimentos de mayor preferencia de consumo familiar, en donde el gasto promedio puede llegar aproximadamente a tres mil 200 pesos a la semana en comprar esos alimentos.

Un hogar en México tiene un gasto cercano de 15 mil pesos al mes en productos alimenticios en su totalidad, esto sin hablar de comer fuera de casa; el gasto que se hace fuera de casa es de cerca de dos mil 900 pesos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)

Todo esto es lo que mueve la economía de los alimentos en nuestra vida cotidiana día a día.

Pensemos más allá del simple acto de comer, como grandes consumidores es normal mantenerse a la expectativa de las innovaciones, novedades o modas; en la actualidad la estructura en cómo se conforma el modo de alimentación es motivo de discusión, surgen conceptos como el “veganismo” o los “flexitarianos” o de un modo un poco más extraño, aquellos que no comen nada de origen animal.

Todos conocemos a una persona cercana que comienza a realizar ensayos de restricción alimentaria en su dieta; “yo no tomo leche de vaca” o “no como carne”, son expresiones cada vez más cotidianas en nuestra sociedad, es aquí donde comienza las transformaciones de nuestro mercado, industria, economía y conductas alrededor de los alimentos, pero esto tiene un impacto profundo, porque en esta transformación son muchos los ángulos de entendimiento:

  • Consumidores que tienen dietas restrictivas son aquellos que por decisión propia dejan de consumir o tener ingesta de ingredientes de un origen específico, como por ejemplo los denominados “veganos” quienes no consumen ningún alimento de origen animal; estos consumidores juegan un papel trascendental en el desarrollo de nuevos alimentos con productos como la leche de almendra, nuggets de pollo sin pollo e inclusive carne hecha a base de plantas.
La firma de consultoría en innovación alimentaria Food Innovation Studio realizó un estudio sobre cómo gastan y consumen los veganos en México y el gasto promedio en alimentos “Plant-Based” supera los mil 400 pesos, tan solo en este tipo de productos que cumplen con todos los parámetros que busca el consumidor.

El gasto lo dividen en producto como leche, yogurt, quesos, sustitutos de carne o pollo, snacks y golosinas; estas preferencias en la forma de consumir demuestra claramente que este tipo de dietas están muy alejadas de la realidad del gasto en alimentos que destina la base de la pirámide en México y son los millennial quienes impulsan el consumo de estos productos.

Esta generación representa 41 por ciento del gasto en México de alimentos y bebidas fuera de casa y también es una generación que hace mucho “snack”, ya que representa 35 por ciento del gasto en nuestro país, según KantarWorldPanel, y algo que es muy representativo de esta generación es que suelen realizar más desembolso en alimentos que otras generaciones.

  • La base de la pirámide tiene una población de cerca de 60 millones de mexicanos que viven bajo algún grado de pobreza; 59.1 por ciento de los hogares mexicanos está con algún tipo de inseguridad alimentaria. El 20.6 por ciento de estos aparecen en el grado de moderada y severa, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2020. En el mismo escenario en Ciudad de México, en donde una cuarta parte de la población se encuentra en condiciones de inseguridad alimentaria, quiénes son los consumidores o qué pueden consumir.
  • Algunos de los alimentos más comunes en esta población suelen ser platillos como arroz con huevo estrellado, enchiladas de tortilla frita y torta de queso, con un gasto semanal de alrededor de 385 pesos (datos de un estudio realizado por la subsecretaría de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM en 2019).

Pero cómo afrontan estos retos los consumidores mexicanos de la base de la pirámide. Se necesitan desembolsar cerca de mil 980 pesos por persona para adquirir productos de la canasta básica en las zonas urbanas de nuestro país; en regiones rurales cada consumidor necesita gastar cerca de mil 520 pesos para comprar estos productos, según las cifras que presenta el Coneval en el año 2022.

  • Frente a los consumidores con alto poder adquisitivo que tienen la seguridad de no pasar hambre, de no preocuparse por vivir al día o tener el refrigerador vacío, la pregunta que surge en nuestras cabezas es qué comen los ricos. Bueno, quizás pensemos que debido a su condición económica y financiera este segmento de la población optaría por tener un refrigerador repleto de comida o una alacena abastecida inclusive hasta por varios años si así fuera necesario, pero la realidad es otra; la población con ingresos más altos en nuestro país, con ingresos de aproximadamente 77 mil 950 pesos al mes, según el Inegi, tiene una relación muy diferente con la comida: no se trata de nutrir al cuerpo sino de satisfacer los sentidos, comer fuera de casa es un hábito muy arraigado en estos consumidores en donde suelen gastar más de 4 mil 400 pesos en experiencias alrededor de los alimentos fuera de casa. Este segmento de la población destina el 40 por ciento de sus ingresos a alimentarse.

Bajo las diferentes perspectivas que vivimos, es necesario entender que en base a parámetros como la posición social, las dietas o ideologías nutricionales o incluso los retos y problemas sociales que vive una comunidad, una región o un país, los alimentos tienen significados completamente distintos y quizás parte de ahí el grado de desconexión con lo real e importante de los alimentos y de la función básica que deben cumplir para todos nosotros.

Mientras algunos los miran como un gasto obligatorio para poder subsistir, algunos más entenderán a los alimentos como una inversión sin importancia, y para muchos, pero muchos más, los alimentos se convierten en todo un lujo.


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Juan Vilches
  • Juan Vilches
  • CEO y fundador de Food Innovation Studio, así como vicepresidente de IFT Sección México, además de miembro del consejo consultivo de The Food Tech CEO y fundador de Food Innovation Studio, así como vicepresidente de IFT Sección México, además de miembro del consejo consultivo de The Food Tech
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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