El 20 de enero de 2014 publiqué una columna sobre el conflicto en Michoacán y un funcionario de nombre Alfredo Castillo, que el 15 de enero de ese año había sido nombrado por Enrique Peña Nieto como “Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán”. Estaba por cumplirse un año del levantamiento armado de pobladores de Tierra Caliente (24 de febrero del 2013) contra el terror que habían impuesto Los caballeros templarios, y las autodefensas seguían avanzando por decenas de municipios.
Peña Nieto quería evitar que los civiles acabaran por tomar Morelia, así que nombró a un virrey: el gobernador en funciones, el priista Fausto Vallejo, ya no contaba. Hacía rato que él y su secretario de Gobierno, Jesús Reyna, habían perdido el control de Michoacán, así que Castillo se volvió el encargado de la seguridad en Michoacán, al mando de las tropas federales que le había comisionado el Presidente.
Castillo también dispuso de recursos federales para el estado: tenía como misión encargarse del destino del dinero, para que fuera invertido en lo que le pareciera conducente, a fin de que generara desarrollo y remendara el tejido social.
Y se mareó: decía que sus hijos ya lo comparaban con Batman… porque él agarraba a los malos (https://www.notivox.com.mx/opinion/juan-pablo-becerra-acosta/doble-fondo/gober-castillo-batman-perdido-tierra-caliente). Siempre tuve la impresión, por sus desplantes, de que imaginó que si pacificaba Michoacán volvería triunfante a Ciudad de México, se incorporaría al gabinete de Peña Nieto, y en 2017 sería… un fuerte aspirante presidencial.
Uno de los peores errores que cometió meses después fue no evitar que todas las autodefensas, salvo las originales, las que primero tomaron las armas, las de los limoneros de La Ruana de Hipólito Mora, fueran infiltradas impunemente por criminales. Al consentir que las autodefensas se legalizaran sin filtros y formaran parte de una “fuerza rural”, los llamados “arrepentidos”, ex pistoleros de los templarios, ex sicarios del cártel de Jalisco Nueva Generación y ex mercenarios de la banda de Los Viagras… fueron amnistiados de facto (https://www.notivox.com.mx/opinion/juan-pablo-becerra-acosta/doble-fondo/castillo-entre-autodefensas-templarios-y-otros-narcos). El resultado de su imprudencia lo padecemos hoy: los índices de la violencia están peor que nunca a causa de guerra entre las dos últimas bandas.
Celebro que el Presidente haya dado un manotazo en la mesa del otro Batman extraviado en Michoacán: el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, que, sin tener la menor idea de quién es quién en Tierra Caliente, fue e hizo un Castillo: se reunió en La Huacana con la misma gente que irresponsablemente legalizó aquel virrey, los avaló, y prometió recursos. Lo propio había hecho en Tamaulipas con otro grupo, vinculado al cártel del Golfo, y lo mismo pretendía hacer en Guerrero, a pesar de las advertencias sobre la penetración del crimen organizado en seudoautodefensas y policías comunitarias. No está el país para un nuevo viaje de ego de otro político cuya codicia le hace reeditar un disparate, con tal de volverse —también— un dizque pacifista presidenciable. Ojalá la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, esté pendiente de los cómics políticos…
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