Fui a Tierra Caliente de Michoacán para el sexto aniversario del levantamiento armado: el 24 de febrero de 2013, surgieron autodefensas en La Ruana y Tepalcatepec. Los lugareños, hartos del yugo criminal de los Caballeros Templarios, se rebelaron. Para 2014, 35 municipios se habían sublevado. Muchos pensaron que la región y el estado se habían pacificado. No fue así. Los índices delictivos se multiplicaron entre 2013 y 2018: los homicidios dolosos (pasaron de 475 a mil 60), las lesiones con arma de fuego (de 138 a 899), los secuestros (de 194 a 511). Todo está peor (https://www.notivox.com.mx/policia/michoacan-peor-a-seis-anos-de-las-autodefensas).
¿Qué sucedió? Una pifia del gobierno de Enrique Peña Nieto en 2014, producto de la ineptitud de su representante en la región, provocó que grupos criminales contaminaran el movimiento de limoneros, aguacateros, mangueros, ganaderos, madereros, comerciantes. Así lo recuerda Hipólito Mora, fundador del movimiento en La Ruana:
—¿Qué pasó? Las autodefensas habían sido infiltradas. La mayor parte de los líderes se fueron a diferentes cárteles de la droga. Y son los que se están enfrentando ahora, peleando las plazas. Las autoridades saben quiénes son los líderes. Alfredo Castillo (el virrey de Peña Nieto en Michoacán en aquel entonces, anoto yo) ya lo sabía, se lo dije muchas veces, pero nunca hizo caso y los dejó que avanzaran. Empezaron a jalar chamacos buenos. Les dieron un arma, los enviciaron, y los hicieron sicarios. El gobierno iba viendo todo eso y no actuó, dizque para evitar una masacre.
A esas autodefensas corrompidas las convirtieron en la Fuerza Rural. A miembros de los Templarios y de otros grupos criminales como Los H 3, Los Viagras y el Cártel Jalisco Nueva Generación... les permitieron convertirse en delincuentes con placa, les regularizaron sus armas, les dieron uniformes, y encima les pagaba el Estado. Bastaba que se arrepintieran: en las plazas, en asambleas a modo, usando frases intimidatorias, conseguían el perdón:
—Los arrepentidos pedían perdón hasta de rodillas. Y esos arrodillados andan ahora con el crimen organizado otra vez. Alfredo Castillo y sus colaboradores no hicieron nada... —recuerda Hipólito.
Silvano Aureoles, gobernador michoacano, lo explica con cifras espeluznantes:
—En octubre de 2015 me encuentro ese panorama. El 11 de febrero 2016 decreté la desaparición de las autodefensas y los demás grupos policiales para quedarnos con una corporación estatal, la Policía Michoacana. Había 2 mil autodefensas. Organicé que todos se regularizaban y se sometieran a exámenes de control y confianza. Al final, de los 2 mil que pasaron por el filtro, se habrán quedado 40, 50 cuando mucho. A los demás les dimos un retiro, una especie de indemnización, un diploma por sus servicios a la patria (dice con un dejo de sarcasmo). Después encontramos esos diplomas en casas de seguridad de delincuentes. Una cosa espantosa...
Hombre, pues vaya una felicitación a Batman Castillo (a la sazón decía que así lo veían a él, porque atrapaba a los malos) y Robin Peña Nieto (o al revés) por su fracaso: que los michoacanos se sigan jodiendo, mientras ellos andan tan campantes, jugando tenis y golf...