He leído y escuchado, en una semana, cantidad de barbaridades sobre el coronavirus. Lo más preocupante no ha sido que las mentiras fueran generadas por seudo periodistas (eso es lo suyo), sino que especulaciones, informaciones imprecisas, cifras sacadas de contexto, tergiversaciones de hechos, y falacias a secas, también fueron esparcidas… por periodistas.
“No solo estamos luchando contra una epidemia, también estamos luchando contra una infodemia", dijo, desde el 15 de febrero pasado, justo hace un mes, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud.
Tenía razón. ¿Qué hacer? ¿Cuál es nuestro deber como periodistas en los días difíciles por venir? Busqué experiencias internacionales, guías de lo que debemos hacer, y sobre todo, de lo que NO hay que hacer jamás. Dejo el enlace de sugerencias compiladas en diferentes lugares del mundo por la Red Global de Periodismo de Investigación (GIJN, por sus siglas en inglés) (https://gijn.org/2020/03/12/recomendaciones-para-periodistas-que-cubren-el-covid-19/), y comparto este resumen, con algunos apuntes míos, que puede ser útil a cualquier persona:
-Solo hay que dar datos verificados y confirmados una y otra vez, provenientes de fuentes oficiales y especialistas certificados en el tema.
-Reducir el uso de adjetivos, como enfermedad “mortal’.
-Utilizar cuidadosamente las fotografías, para no propagar el mensaje erróneo: una fila de gente en el súper con carritos llenos no significa que haya histeria colectiva o escasez.
-Promover y explicar las acciones preventivas para que todo sea menos atemorizante.
-Las historias estadísticas son menos intimidantes que las anecdóticas.
-Evitar los titulares sensacionalistas para atraer clics o vender ejemplares.
-Centrarse en hechos, no en retóricas. Es una historia de ciencia, no de política. En esta ocasión los políticos no son buena fuente: hay que dejarlos aislados, en cuarentena.
-Elegir cuidadosamente a los expertos. El que alguien haya recibido un Premio Nobel, o tenga un doctorado, no lo convierte en autoridad en temas médicos específicos.
-Diferenciar opiniones sustentadas de especulaciones.
-Solicitar asesoría a académicos, o a médicos muy calificados en el tema.
-Las columnas de opinión deben contener revisión de datos.
-Enfocarse en el reporteo, no en el análisis.
-Las cifras pueden ser incorrectas si se sacan de contexto.
-Cuidado con la manera de entrevistar a expertos: no orillarlos a una frase sensacionalista, preconcebida, sembrada.
-Fijarse límites: se vale decir “no” al editor que busca exagerar la información.
-Reconocer la falta de información antes que mal informar: más vale perder diez notas que ganar un desmentido.
-Combatir enérgicamente mitos, rumores y mentiras con grupos de verificación de datos.
-Reiteradamente, pedir a la gente higiene, y que haga caso a las autoridades.
-Ser ecuánime, sobrio, y transmitir calma para evitar pánicos.
Estamos en la época de la información fraudulenta, de las posverdades, de las fake news. Me parece infame, moralmente despreciable, que siendo periodistas no nos comportemos como tales. Mentir, mal informar o tergiversar, por filias o fobias, cuando mucha gente morirá, es inadmisible…
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@jpbecerraacosta