A diferencia de lo que sucede con la casta de las y los llamados “intelectuales” en otras ciudades del país -no se diga en la Ciudad de México- y de lo que pregonen o sean identificados ideológicamente como de izquierda, de centro o de derecha, en Torreón, casi pasan inadvertidos.
Aquí, el grueso de la población no los conoce, no los ubica, ni a los de antes ni a los de ahora. Mucho me temo que la desinformación sea mutua, y por lo tanto el trabajo como creadores, como individuos ilustrados en los ámbitos cultural, de las artes, la academia, las ciencias y hasta en el periodismo no es conocido por, a no ser en sus muy particulares círculos.
La crítica no toca a la “intelligenza” regional.
La intelectualidad torreonense, lagunera, está ausente de la opinión pública, entre otros motivos porque no se hace presente ni en las crisis ni en los puntos de quiebre de carácter sociopolítico.
Muy poquitos se salvan de esta generalización: Oralia Esparza Rodríguez, Alonso Licerio Valdez, Tomás Ledesma, Raúl Esparza, Paty González Santiago, Lili Barrera, Marco Aurelio Gutiérrez, Arturo Hernández, Armando (Monsi) Monsiváis, Eduardo Valenzuela “Guayo”, José Alfredo Jiménez Ortíz, Mario Gálvez, Carlos Castañón, Jesús Sotomayor Garza, Jaime Hinojosa, Eduardo Guajardo Mesta, Jaime Muñoz, Marco Jiménez, Marianne Toussaint Ochoa, Laura Orellana, Carola Sánchez, Quitzé Fernández, Frino Rodríguez, Vicente Alfonso, Carlos Velázquez, Saúl Rosales. O los finados José Santos Valdez, Manuel Muñoz Olivares, Raúl Esparza Sánchez, Max Rivera, Salomón Atiyeh, Eduardo Mascarell, Gilberto Prado, Armando “Cuty” Martínez, Rogelio Luévano, Jorge Méndez, Adela Ayala, Enriqueta Ochoa, Magdalena Briones, Magdalena Mondragón, Sergio Corona Páez… Hay otras personalidades de ese nivel, pero no los recuerdo o no los conozco.
Una disculpa.
¿Por qué ocurre esto?
¿Cuántos intelectuales laguneros son conocidos por su obra e ideología manifiesta en nuestro microuniverso lagunero? ¿Cuántos de ellas y ellos se pronuncian a favor o en contra en asuntos políticos, sociales, económicos y científicos de Torreón, en la Laguna, en México?
¿Alguien recuerda una crítica de intelectuales a las pasadas candidaturas por la alcaldía, regidurías, alcaldía de Torreón y diputaciones al Congreso de Coahuila?
¿Por qué el miedo a opinar desde su capacidad pensante, de razonamiento y validarla en los múltiples casos de carencias, marginación, corrupción política y gubernamental en la ciudad y en el estado? ¿Por qué si hay quienes siendo intelectuales identificados con la izquierda enmudecen ante la opinión pública y los medios?
¿Por qué los de enfrente se entregan -cada vez que pueden hacerlo- al poder político y económico local y estatal?
¿Por qué la derecha ocupa espacios decisivos en términos de educación, cultura, artes, ciencia y periodismo? ¿Por qué se les deja que hablen, pidan, organicen y determinen lo que sea para el resto de la población? Y así pasan los días, las semanas, los meses, los años.
Habría que indagar sobre la participación de intelectuales en momentos de cruciales para Torreón, la Laguna.
Habría que rescatar del olvido, de la ignorancia de niños, jóvenes y adultos a aquellas y aquellos creadores(as) que se trascendieron así mismos y son un orgullo –hasta para la derecha-.
La lista sería larga.
Esos compatriotas, incluidos torreonenses y laguneros, no se contentaron con solo ser ellos mismos y pasar desapercibidos, sino que se la jugaron con su obra, con sus ideas y por este país participando arriesgándose –como fue en casos emblemáticos- a la represión, la expulsión, el señalamiento, la calumnia, hasta ser vomitados por el poder político y económico nacional, municipal, comarcano.
En la historia, las izquierdas racional y fanática se han inscrito con el mundo de la cultura, las ciencias y las artes. Ese vínculo pervive, y unos y otros, de un lado de enfrente, han intervenido en las luchas y los movimientos sociales.
Solo que extraño que en Coahuila, en la Laguna, en Torreón, tierra de destacados intelectuales, hoy callen, hagan mutis y no digan nada de lo que debiera sacudir las mismas entrañas de la entidad, la región y el municipio.
Es, ya lo creo, una contradicción también histórica.