Política

Shamir, al tribunal

  • Columna de Juan Noé Fernández Andrade
  • Shamir, al tribunal
  • Juan Noé Fernández Andrade

El Partido Revolucionario Institucional tenía, hasta ayer, 49 diputados federales en San Lázaro, apenas el nueve por ciento del total. Este viernes amaneció con 48, tras la renuncia de Shamir Fernández Hernández. 

La noticia se esparció ayer con buena dosis de sorpresa en los medios informativos, portales, redes y el infaltable chismorreo cafetero, oficinista, callejero. 

A nivel Coahuila, el anuncio hecho por uno de los políticos del tricolor más conocidos en los últimos años, amigo íntimo del grupúsculo que detenta el poder en el estado, fue de boca en boca, de llamada en llamada, de mensaje en mensaje.

No era para menos, un consentido del priísmo torreonense y coahuilense decidía hacerse a un lado del viejo partido. Shamir fue sacrificado, juzgado, sentenciado, señalado, apedreado por propios y extraños. 

Los periodicazos y sesudos análisis en columnas del cotarro político coahuilteca lo aprehendieron y le cayeron encima para apalearlo. 

No lo mataron. Algo casi similar sucedió con Mario Cepeda hace unas semanas, quien mejor hizo mutis ante la andanada de acciones que se dieron a su alrededor. 

Parece que abandonar una militancia es un pecado que obliga a una condena pública unánime.

Que yo recuerde, la renuncia a una militancia político partidista no está prohibida y es algo que se presenta desde hace muchos años. 

Paco Dávila hizo lo propio en su tiempo y luego volvió al establo del PRI y ocupó cargos de relativa importancia. 

En Coahuila –como en todo el país-, supuestos “líderes” o “destacados” miembros del PAN, PRD, Verde Ecologista, Movimiento Ciudadano, del Trabajo y otras siglas ya desaparecidas, han ido de un partido a otro. 

El PRI ha sabido cooptar a esos elementos. ¿Nombres? Llenaría esta columna citando nombres completos que han ido a despachar al mismo gobierno estatal y/o ocupan cargos públicos o curules.

Lo más grave, sin embargo, no es eso, porque finalmente son decisiones personales fincadas en ambiciones, ideales o sueños. Que sean incongruentes, es cierto. Pero lo peor es la saña, la furia sesgada con que se aborda el asunto.

El deterioro del performance político no tiene freno. En el PRI, por ser el partido más todo en todo lo bueno y lo malo, hay un deterioro imparable, tanto objetivo como subjetivo, y por ahora no tiene qué ofrecer que dé confianza. 

Podemos saber de reacciones de parte de lectores que, al final de algunas notas periodísticas, se burlan, se mofan y descalifican con crueldad y odio a políticos y autoridades, principalmente del PRI, PAN y Morena.

Los calificativos endilgados a Shamir, cabría aplicarlos, repito, a otros políticos que dejaron al PRI u otros partidos. 

Y eso abona a la violencia mediática que se acentúa cada vez más en lo que toca al proceso electoral que renovará la gubernatura en Coahuila. 

Esa es la realidad política en los medios de comunicación, y en la telaraña de redes sociales, convertidos en un tribunal implacable. 

Como otras veces, bien se dice que la traición paga, para bien o para mal. ¿De qué nos sorprendemos? 

Mejor preguntémonos quién gana, quién pierde, o si esto impactará favorable o desfavorablemente a la sociedad, a Coahuila, a Torreón.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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