Quihúbole Román Alberto.
Alcalde, te saludo para comentarte, en buena lid, lo siguiente, en espera de que estés de buen ánimo y de esta columna entresaques lo que pueda ser útil para ti, para la gente y para la ciudad.
La realidad es que veo que te han dejado solo –por momentos así lo creo- tus más cercanos en la Presidencia Municipal. En tu segunda administración, las muestras de ¡sálvese el que pueda! son diversas. De ahí el enojo, el encono, la reprobación que recibes de la población. Quiero que sepas que persona con la que platico, sin distingos de partido, economía, posición social y otras etiquetas sociales, no hay una sola que hable bien de ti, y aún peor lo expresan de tu gobierno.
El pasado viernes en la tarde, allá por la carretera a Mieleras sobre la calzada Paseo del Tecnológico, observé a cinco jóvenes motociclistas que discutían con agentes de vialidad, quienes ya habían subido sus motos a una grúa. Más adelante, a escasos metros de un supermercado, me acerqué a escuchar una familia que discutía con elementos de otra patrulla y desde la cual un agente insultaba a un joven: “¡pinche perro!”. Igual, le decomisaron su moto, que portaba placas, no bastó que se identificara ni llevara casco. Lo mismo fue con los otros motociclistas.
En mis diferentes trayectos por Torreón, en vehículo o caminando, no dejo de darme cuenta cada vez a más y más agentes deteniendo automovilistas por un supuesto exceso en su velocidad. Peor todavía los empleados de parquímetros, ¡están desatados! Ya uno de ellos, como de entre los mismos agentes viales, me confiaron que tienen la obligación de llevar un número de infracciones al día, “sea como sea”.
Y hoy viernes 11 de julio, me informan que personal de Inspección y Verificación Municipal, que no deja ser cuestionada también por los abusos de sus inspectores, recién acudió a las colonias Campo Nuevo, La Latinoamericana, Villa Zaragoza y Valle Oriente para, en celoso cumplimiento de su altísima responsabilidad, revisar que toda aquella persona que venda algo afuera de su casa o en alguna banqueta, pague los impuestos por estar convirtiéndose en rico empresario (no basta con pagar el predial, el DAP, el agua (de la que no disponen por días enteros), multas de tránsito, lo que compren, consuman y un largo etcétera impositivo. Padres de familia y amas de casa que llevan años ganando así su sustento, temen, no saben qué hacer, tienen miedo. Cierto, Torreón es una ciudad carísima, en la que Inspección y Verificación Municipal deja de lado a negocios de allegados y que contaminan, por ejemplo, por el alto volumen de sus música. (¿Los dejó sordos el altísimo ruido del antro de Galeana y Morelos?)
Bien Román, estas acciones han mermado tu salud física y emocional –aunque no lo creas- y tu accionar político. No ves ni escuchas lo que piense y diga la gente, no te ha importado. Las dudas de la honestidad en el manejo de los recursos públicos, el montón de dinero que envían los gobiernos federal y estatal y el de los tributos y gravámenes municipales, legales o chuecos, malgastados en obras innecesarias y de mala calidad, han hecho que Torreón no avance como debiera. Atiende por favor el lamentable, contaminante, peligroso y tercermundista transporte público, que es de lo peor, ene número de colonias permanecen olvidadas y sin áreas verdes, en colonias precaristas no hay pavimento, el bacheo es deficiente y parece que anda uno en lancha. Los excesos de determinadas áreas de tu gobierno pareciera que son de una ciudad de primer mundo. Y, hay que decirlo, buena parte de esos impuestos no favorecen a las clases populares en Torreón. Claro, están acostumbradas a no ser vistas por un sistema político municipal que apenas se les acerca y utiliza en tiempos electorales.
A veces, la necedad ciega el alma. Pero bueno, te reitero mi deseo de que mejores tu salud, de que cada día seas un mejor alcalde y, por supuesto, un mejor ser humano. Hago votos porque nuestro Querido Torreón recupere el espíritu social en sus autoridades.