El empobrecimiento político partidista arrasa con los gobiernos e, inevitable a medios de comunicación y periodistas.
El salvajismo, los embates, las actitudes cavernarias están ahí, aquí, allá, pululan.
Desde el centralismo y concentración del poder, hasta la violencia mortal, el lado esquizofrénico ensombrece al país.
El monstruo de la política partidista se estableció en México a partir de un régimen que, todavía hoy, muestra su peor rostro.
Lo increíble: a raíz del inicio del actual proceso electoral federal, un total de 139 personas -mujeres y hombres- dedicadas al trabajo político, así como al servicio público, han sido asesinadas en los últimos siete meses, (según el Indicador de Violencia Política en México).
El número de agresiones llega a 238.
El INE, y sus réplicas estatales, ya no sabe qué y cómo hacer para que la civilidad, empezando por sus consejeros, cuando menos se asome y dé certeza.
No hay un proceso electoral que no deje dudas, serias dudas, respecto a quienes esa autoridad declara ganadores.
En Torreón y en Coahuila lo sabemos.
Si revisamos las múltiples apariciones mediáticas de quienes buscan la alcaldía de Torreón, esa autoridad electoral tendría que anular también sus candidaturas.
El monumental problema de corrupción y ambición política -que deriva en económica- revienta la institucionalidad.
Y otros cánceres: impunidad, abuso, mentira, verticalismo, imposición, crímenes, asesinatos, violencia, etcétera, son vocablos infaltables en la prensa.
Y cansan, decantan. Somos incapaces de generar notas de otra índole.
Los partidos, gobiernos, medios y el gremio periodístico, tendríamos que hacer punta: indagar, ahondar, investigar, denunciar y plantear alternativas a este grave episodio que hoy tiñe de incertidumbre las elecciones.
El sistema imperante mantiene distorsionada la vida pública.
Y la inmensa mayoría apenas somos espectadores, silentes, sumisos.
Nada nos conmueve.
El sistema, régimen, Estado, es decrépito.
Nada mitiga su ambición. La esquizofrenia política nos está enloqueciendo.
Tantísimos años de gobiernos ineptos y corruptos, surgidos de partidos, nos devoraron.
El 6 de junio ¿para qué votaremos?