La credibilidad sigue cuesta abajo. No creemos en nada, en nadie. En Torreón algo pasa, suceden cosas que no debieran en un amplio mapa de localización de hechos.
Lo mismo es en el sector público que en el privado.
La Universidad del Valle de México no pudo haber tenido peor y lamentable cierre de operaciones en nuestra ciudad.
Eso de haber vendido todo el acervo bibliográfico con que contaban a una trituradora de papel, con argumentos por demás injustificables (por decir lo menos), solo a un pensamiento trumpiano o muskiano pudo habérsele ocurrido.
De verdad que es inusual que una institución universitaria, que se jacta de quién sabe qué tanto prestigio, haya optado por vender su biblioteca en lugar de donarla, de haberla regalado a escuelas públicas o privadas que no disponen de una.
En Coahuila, hablando de bibliotecas, su número es de los más bajos en el norte de México y no se diga con entidades del centro y sur del país.
Según información, el promedio que arroja es de menos de 5 recintos por cada 100 mil habitantes. La Red Nacional de Bibliotecas habla de 7 mil 413 públicas en más de 2 mil 280 municipios.
En Torreón suman 16, y pocas en verdad cumplen.
No cometería el error de comparar este número con el de escuelas públicas y privadas, ni con el de universidades públicas o privadas. Tampoco entresacar el total de libros existente entre todas ellas.
No. En este sentido, hace unos días asistí a la inauguración de la primera etapa de la biblioteca de la Ibero Torreón.
Ahí, pude platicar con el filósofo y teólogo jesuita, Mario López Barrio, quien expresó que al igual que en las universidades, las bibliotecas debieran ser el corazón de las ciudades.
“Sí, en Torreón hay muchas universidades, pero tendrían que llegar al corazón y las conciencias de sus futuros profesionistas, de las autoridades”.
Hoy viernes (14:30 horas), recibo una llamada en la que, me dicen, personal del Instituto Municipal de Cultura y Educación llegó para prácticamente cerrar la biblioteca del Centro Cultural Pablo. C. Moreno.
Todo indica que los problemas entre sindicalizados no cesan, pero es el público usuario de ese sector del centro de la ciudad el que la lleva.
Hace ya algunas semanas supe que, a tres empleados de ese recinto, Francisca Sosa Ayala, Yuriria Martínez Martínez y Carlos de Santiago Mata, les autorizaron por enésima vez ser reubicados en la biblioteca de la Alameda (José García de Letona), donde estuvieron antes.
Por respeto a ellas no hago ningún comentario; pero de Carlos, quien las mueve bajo sus intereses muy personales y manipula a otros, reconozco que sí, que trabaja, pero su afán egocéntrico le gana.
El honorable sindicato lo salva. Para eso está la dirigencia.
Carlos es un personaje grillo, provocador, con denuncias oficiales ante la instancia correspondiente en el IMCE y la Presidencia Municipal acusado de sustraer libros que durante mucho tiempo vendió por kilos y kilos.
Ese hecho es un delito de orden federal. Pero ni el IMCE ni la Presidencia se atreven a juzgarlo, es intocable.
Porque así él lo quiso, ya regresó –al lado de las dos personas citadas- a alterar el ambiente en la García de Letona de donde apenas duró fuera un año.
El tema del sindicato municipal merece ser tratado aparte.
Es una de abusos negociados con el alcalde en turno, haciendo y deshaciendo a su antojo, que parecen ser los dueños de “Mi querido Torreón”.
Si la ciudadanía supiera del contenido del contrato colectivo que fraguan autoridades y sindicato, el rechazo sería inmediato.
Por lo aquí expuesto, no paso por alto señalar que, de padecer yo alguna agresión a mi persona o a mi familia, los hago responsables desde hoy…
…*Un mes después del inicio del “nuevo” gobierno municipal, a ocho meses de ser reelecto alcalde, por fin Román Alberto Cepeda ratificó a Cynthia Gaspar en la dirección del Archivo Histórico Eduardo Guerra, y designó a Amira Darwich en el Instituto de la Mujer.
En las dos hay confianza. Pero, ¿y en Radio Torreón?
Con que no vaya a salir con Juan de las Cuerdas porque será el acabose de la estación en el 96.3 fm.