En la Laguna, quizá el problema más grave, entre otros, es la falta de agua y su incesante sobreexplotación y en consecuencia su contaminación por arsénico.
Por eso, cuando escuché hace unos días a Pedro Moctezuma Barragán, académico universitario, afirmar que en la comarca “el agua es una emergencia sanitaria”, mi interés en el tema me hace abordar el punto.
Mucho se ha difundido en notas periodísticas, comentarios en la radio y la televisión locales, así como entre la población, el asunto del agua en la Laguna.
Ya casi se cumplen 40 años desde aquella marcha manifestación en contra de la instalación de la termoeléctrica de Villa Juárez, municipio entonces de Lerdo, Durango.
Y en dicho lapso no han faltado pronunciamientos, artículos en periódicos y revistas, plantones, foros de discusión, viajes a la ciudad de México para denunciar los abusos en la sobreexplotación de un recurso que es de todos y que unos cuantos han hecho suyo para lucrar a costa de la salud de los 1.8 millones de habitantes en la Laguna de Coahuila y Durango.
Lo de “es una emergencia sanitaria” lo declaró Moctezuma Barragán a los medios de comunicación al formar parte de una representación oficial de la Universidad Autónoma Metropolitana que ofreció una rueda de prensa en la que, al lado de los rectores de la UAM (José Antonio de los Reyes Heredia) y de la Ibero Torreón (Juan Luis Hernández Avendaño), dieron a conocer las Alternativas comunitarias a la contaminación del agua por arsénico en la Laguna.
Es decir, dos instituciones universitarias –una pública y otra privada- muestran su preocupación por todos los habitantes de la región ante el silencio que se guarda acerca de un problema que debiera ser del interés de gobiernos, de las casi 70 instituciones de educación superior que operan en la comarca de ambos estados, de legisladores locales y federales mujeres y hombres, de organismos y cámaras empresariales, del grupo de investigadores (as) que también los hay.
Pero no, entre desinterés, abulia, importapoquismo, o el “que otros lo arreglen”, la escasez y contaminación del vital líquido cobra víctimas.
Porque la Comisión Nacional del Agua, como instancia superior en el tema, como tampoco los organismos operadores del agua a nivel estatal y municipales, se atreven a unir voluntades, a sumar esfuerzos, a asumir políticas públicas que velen por la salud de la población lagunera que ya sufre de los efectos de beber y utilizar agua con arsénico.
Casos de cáncer, y afecciones cognitivas en niños y jóvenes, enfermedades como diabetes y cardiovasculares en adultos y adultos jóvenes, más arsénico en el semen de muchachos en edad fértil están apareciendo con más frecuencia.
Y ya no es solo en la Laguna rural sino en colonias de la zona urbana porque el metaloide se encuentra en el agua, en el aire y en el suelo.
Todo, hay que decirlo, es por el abuso irracional en la extracción del agua del acuífero –que cada día es más y más erosionado- por parte de la industria lechera.
“Lo del agua es un problema que no puede esperar más.
El metaloide es ya un cáncer en numerosas comunidades de la Laguna, un enorme dolor que había estado invisibilizado y que gracias a este esfuerzo y al apoyo del Consejo Nacional de Humanidades Ciencia y Tecnología se afronta desde otra perspectiva”, dijo el conocido escritor, quien dejó sobre la mesa una pregunta: “¿Cómo darle vuelta a este drama?”.
En la comarca, se dijo, una sola familia explota 45 millones de metros cúbicos de agua, en un mercado ilegal en el que se abusa de la ignorancia y pobreza de productores sociales o comuneros.
“Parece que a nadie le ha preocupado la desaparición paulatina de lagunas, la sobreexplotación del acuífero, su contaminación.
Pero sepan que aquí hay muchos gritos de rebeldía y que la lucha por el agua, por el futuro de la Laguna, no va a claudicar, es una lucha por la vida”.