Es sorprendente ver qué tan groseros nos hemos vuelto los unos con los otros, sobre todo en redes sociales. Hay muchas causas a dónde apuntar y ninguna podemos o incluso debemos querer echar para atrás. Antes de eso, reconozcamos el daño de vivir expuestos a más agresiones.
Está en todos lados, no puedes prender la televisión sin que el contenido sea más áspero, visceral y rapaz de lo que era antes. En la música los temas cada vez son más lescivos y amenazantes. Los medios de comunicación se han vuelto cada vez más antagonistas y subjetivos, creando la información que su público quiere escuchar, concentrado en la acusación y no la verdad. Las redes sociales son lo peor de todo, donde un pseudo-anonimato, o por lo menos la barrera virtual que no permite una confrontación física, le da valor a la gente de profanar con sus peores y más viles deseos y pensamientos al prójimo. El resultado: es imposible dar un paso en este mundo sin sentirse atacado.
Les adelanto lo peor de todo, no creo que podamos o debamos cambiar la situación. Por supuesto que individualmente debemos hacer lo que podamos, pero no veo cómo se sume para darle la vuelta a esta transgresión. No queda de otra más que esperar a que la hostilidad que nos estamos mostrando llegue al punto de ebullición para emprender un cambio.
Verán, no les puedo decir si en verdad la gente es más grosera y el mundo es más hostil que antes. No viví la época y no confío en la memoria selectiva de quiénes podrían corroborarlo. Lo que sé es que uno de los cambios que nos hacen sentir así es quién controla la narrativa de la humanidad. Hasta la era del internet y específicamente de las redes sociales, la historia de la humanidad contaba con un selecto grupo editorial.
Una de las razones por las que nos imaginamos El Renacimiento, la era Victoriana, la Revolución Industrial, la Bella Época y por demás románticamente es porque su historia fue escrita por personas que querían que la recordáramos de esa forma. Los obreros de las fábricas no escribieron de la hermandad que sentían los unos por los otros en la revolución industrial, eso lo escribió un burgués tratando de vender historias que hicieran sentirse bien a otros burgueses. La historia del siglo XXI la escribe por igual un fresa enojado porque le da vergüenza tener a un presidente que no sabe hablar inglés, como un chairo, que lo único que sabe de economía es que quiere que se jodan todos los ricos.
Por igual, le hemos dado una voz a minorías marginadas, por supuesto que la merecen y la deben tener, pero resulta que no compartimos el mismo bagaje cultural y los desacuerdos pronto se convierten en gritos y groserías.
Abrimos la caja de Pandora, teníamos que hacerlo, ahora tenemos que enfrentar los demonios que antes estaban en las sombras. Aunque colectivamente no veo esperanza alguna que se restaure la paz y la armonía que antes pretendíamos tener, individualmente es bastante sencillo, solo trata bien y sé amable con el prójimo, no importa qué, sabemos perfectamente cómo hacerlo aunque no sea fácil.
Juan María Naveja