La semana antepasada las acciones de GameStop, la tienda de videojuegos, se dispararon de alrededor de 20 dólares a más de 400 dólares, en cuestión de unos días y desde entonces ha vuelto a caer y circular alrededor de 50 dólares. Mientras que este nivel de volatilidad no es insólito, las circunstancias que lo causaron y el interés público del evento son noticia. ¿Qué causó la subida y subsecuente caída meteórica de una compañía que indiscutiblemente está en sus últimos días?
GameStop, al igual que Blockbuster, Circuit City o Borders en sus últimos días, es una compañía zombie. No es una cuestión de si va a quebrar, solo de cuándo va a declarar la bancarrota. La necesidad de una tienda presencial de videojuegos ha sido reducida a un rol que pueden desempeñar los supermercados y tiendas departamentales. En el caso de los videojuegos no es solo que los juegos fácilmente se pueden entregar por correo, la nueva generación de consolas está centrada a descargas digitales. Mientras que los Amazon del mundo inevitablemente los iba a sacar del juego, las tiendas independientes de cada consola precipitan su inevitable desaparición.
¿Por qué entonces el alza tan dramática? Para eso tenemos que regresar meses atrás. Hay una rama de la industria financiera que se dedica a buscar oportunidades como la situación en la que se encuentra GameStop. Apostar a su bancarrota es dinero seguro, o se suponía dinero seguro. Tanto así que los fondos que lo auguraban vendieron 40 por ciento más contratos de venta de lo que hay acciones en el mercado. La avaricia es el fuego del capitalismo, se necesita para echar a andar, pero la flama puede quemar.
Un inversionista independiente descubrió esa oportunidad e hizo una estrategia para explotarla. Los que hicieron su tarea en esto compraron los contratos de venta – no las acciones, las opciones – y aprovecharon de las nuevas plataformas que permiten que cualquier persona participe en la bolsa para organizar a un grupo de estos inversionistas independientes a inflar artificialmente el precio y el resto es historia.
Los organizadores convirtieron decenas de miles en cientos de millones, dos fondos grandes que apostaban a la quiebra de GameStop están en bancarrota y muchos más sufrieron pérdidas significativas y los pequeños inversionistas que siguieron el movimiento para inflar el precio fueron manipulados con su avaricia e ignorancia, salieron tablas grupalmente. Mientras que algunos ganaron y otros perdieron, el empate para ellos era inevitable, por atractivo que parezca, no hay atajos bursátiles, los resultados son a base de análisis meticuloso o poder adquisitivo colosal. Si no eres Rico McPato o un prodigio analítico, no puedes manipular el mercado.
¿Cuál es la moraleja de la historia? ¿Quiénes son los villanos? ¿Debería ser ilegal manipular a pequeños inversionistas mal informados? Los fondos que apuestan a que quiebren empresas y frecuentemente ayudan a que quiebren las mismas son una calamidad innecesaria para el funcionamiento del mercado bursátil, pero los organizadores no son el Robin Hood que pretenden ser hasta con el nombre de la app que ha popularizado la inversión bursátil independiente. Ellos también apostaron a que gente perdiera su empleo y capital. Y de los inversionistas individuales que se echaron el clavado en busca de una ganancia rápida cuando no saben nadar… Siempre hay quienes compran la lotería.