Política

La raíz de los problemas

  • Columna de Juan María Naveja Diebold
  • La raíz de los problemas
  • Juan María Naveja Diebold

La crítica del hombre más rico del mundo, Bill Gates, al plan de salud universal de la candidata presidencial a los Estados Unidos, Elizabeth Warren, la semana pasada ha estado causando ecos en mi cabeza los últimos días. Aquí está un hombre que, junto con varios de los demás en la cima de los rangos mil millonarios, lleva décadas diciendo que él mismo “debería de pagar más impuestos”. Es un argumento tan obvio que jamás se me ocurrió cuestionarlo como hipocresía, pero ahora que hay una posibilidad quizás improbable, pero viable a que una iniciativa de igualdad sea financiada con un impuesto a la riqueza milmillonaria, Gates flaquea llamando al cliché capitalista de “no es solo que yo no quiera pagar, es que lastimaría el crecimiento económico”.

Los modelos económicos son como las religiones, no puedes ser un poquito católico y acabar en el cielo; no puedes ser un poquito budista y alcanzar plenitud. El socialismo inequívocamente no funciona, pero el comunismo probablemente sí – solo que, al igual que la santidad, es imposible alcanzarlo. El capitalismo ha resultado una alternativa más permeable porque sus versiones imperfectas son más viables que las de otros modelos económicos.

No podemos especificar cómo sería nuestra economía en un modelo capitalista perfecto, pero en teoría nadie podría acumular la riqueza de los mil millonarios. Bill Gates no estaría en ninguna lista si no fuera por las protecciones a la propiedad intelectual que permitieron a su compañía, Microsoft, un monopolio. En un modelo capitalista puro no habría derechos intelectuales. Carlos Slim jamás se hubiera hecho de Telmex en una subasta limpia, ni Telmex hubiera crecido a la compañía de telecomunicaciones más grande del mundo sin las protecciones de competencia que le dio el gobierno mexicano en su compra. En un modelo capitalista puro, el gobierno no intervendría para bloquear competidores. Lo mismo de todos los demás que han acumulado riquezas milmillonarias.

Por supuesto que en un modelo capitalista puro habría diferencias de ingresos y el capital atraería más capital, en eso está basado el sistema, pero como en un organismo viviente hay bacterias que lo balancean, en este habría competencia económica justa que prevendría la acumulación de capital desproporcionada. He argumentado en el pasado y sostengo que el problema que más beneficiaría a la humanidad resolver es el de la desigualdad económica y quizás más específicamente el de desigualdad de oportunidad económica. Los comentarios de Gates me incendian porque muestran el cinismo y la hipocresía de quienes tienen el poder y sostienen la balanza a su favor. Sí, la fundación Gates dona miles de millones de dólares a las causas más nobles, pero por lo mismo el poder que sostiene es un coágulo en nuestro sistema.

Así que cuando me pongo a pensar en por qué se va a reelegir Donald Trump o por qué no podemos tomar, aunque sea pequeños, pasos en contra del crimen y la corrupción en México me es inevitable considerar que los milmillonarios, el 1%, se beneficia inmensamente de tener en el poder a quién le va a permitir seguir manipulando el sistema. Peor aún, estos milmillonarios son adversarios aparentemente invencibles para el resto de la población. Nadie necesita mil millones de dólares. Nadie los debe tener. Nadie los merece. Nadie ¿Cómo se los vamos a quitar?

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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