Al ver la baraja de perfiles en negro esta semana me vinieron tres cosas a la cabeza: lo que pasa en Estados Unidos le afecta a todo el mundo y es esperanzador ver la solidaridad internacional que tiene la lucha por los derechos humanos; los mexicanos, muchos de los que oscurecieron su perfil en simpatía, no entienden el conflicto racial; y, qué fuerte se siente la presión social en redes, al grado que el no participar parece una postura implícita en contra del movimiento.
Los mexicanos vivimos en una desigualdad social vergonzosa que comparte mucho con los conflictos raciales e invita a la solidaridad e inspiración, pero no es el mismo problema. En México sufrimos de un elitismo repugnante en donde solo nos importa la belleza y la riqueza, el racismo es solo una parte de ese mal. Todos los mexicanos somos mestizos, compartimos la misma historia etno-nacional y gozamos de una cultura compartida. A todos nos gustan los tacos al pastor, no hay ningún conflicto de interés en echarle porras a la Selección y nos sentimos bien representados por los símbolos y héroes nacionales. En Estados Unidos no hubo mestizaje, las banderas y monumentos frecuentemente celebran la opresión de la raza negra y no existe un hilo que ate a todos los estadounidenses a una identidad.
Yo me mudé a Estados Unidos hace 8 años. En ese entonces pensaba que el conflicto racial había sido un problema causado porque los blancos tenían un incentivo económico en oprimir a las minorías y que en gran medida el problema había sido superado. Creía que el problema actual era similar al de desigualdad socioeconómica en México, con el factor adicional de una correlación alta entre raza y circunstancia.
Viviendo en un país con diversidad racial uno se da cuenta que las divisiones raciales son más profundas. Las diferentes etnicidades no comparten gustos culinarios, no hay un equipo deportivo que los una y los símbolos que significan patria, orgullo y hogar para unos, equiparan a conquista, opresión y amenaza para otros.
Ahora, antes de que vayan a comprar su peluca de rastas, levanten el puño en alto y cuelguen pósters del hermano Malcolm, es importante reconocer que los mexicanos, aún mestizos, pertenecemos a la raza blanca y tenemos mucho en común con los estadounidenses que conforman la mayoría de su país que con otras razas. Somos un comodín y los hispanos en Estados Unidos gozan o sufren de una situación socioeconómica similar a la que viven en sus propios países en Latinoamérica, los exitosos y bien parecidos son bienvenidos en su mayor parte y la clase obrera es vista como menos. Aún así, no existe el conflicto racial, es similar para los blancos.
La última diferencia que es importante subrayar es que es fácil predicar tolerancia cuando no vives con el roce racial y cultural. La realidad es que las diferentes etnias en Estados Unidos sí tienen comportamientos que a los caucásicos (mexicanos incluidos) nos molestan: algunos son gritones y ruidosos, otros agresivos y groseros, también hay quienes tienden a lo tramposo y ventajoso, los vecinos pueden tener olores fuertes y romper reglas de cortesía común. Es difícil practicar la tolerancia cuando en realidad las personas tienen comportamientos que te afectan, pero por supuesto que también es inexcusable el permitir que continúen los prejuicios sistemáticos que violan la igualdad entre todas las personas.
No sé si los eventos de los últimos días vayan a cambiar algo, ciertamente no fue el caso con las marchas en contra de la violencia hacia las mujeres en México hace unos meses o las protestas en contra del uso civil de armas de fuego en Estados Unidos en años pasados.
Lo que sí, es que el enojo y la hostilidad se sienten latentemente en ambas facciones, es clara cuál tiene la razón, pero la otra tiene todo el poder.